Acercando el foco

visibilidadNOTA: Esta entrada ha sido publicada previamente en el blog de BiblioMadSalud bajo el título:

«ESTUVIMOS ALLÍ: OVID DAY ONE – LA VISIBILIDAD DE LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA»

Una vez más, BiblioMadSalud se ha materializado en la sede del Colegio de Médicos de Madrid en un nuevo modelo de reuniones que también por vez primera ha abierto las puertas a todos los profesionales sanitarios, en busca de un entendimiento, una colaboración y una complicidad entre los profesionales de las bibliotecas, los profesionales de las ciencias de la salud (asistenciales, docentes y gestores) y los proveedores de recursos de información.

Tras el consabido turno de parabienes entre la vicepresidenta del Colegio (Belén Padilla), el coordinador de BiblioMadSalud (José Manuel Estrada) y la representante de OVID (Katrina Díaz), como corresponde a profesionales bien avenidos y orgullosos de colaborar en eventos productivos y concurridos, el moderador de la mesa, Miguel Ángel Máñez (Unidad de Desarrollo Profesional y Gestión del Conocimiento, SERMAS) abrió el acto presentando brevemente a cada uno de los participantes.

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El argumento del acto era sencillo: hablar de cómo hacer visible la producción científica. Para ello nos preguntamos primero qué y cómo publicar, después cómo conseguir que lo publicado sea visible de forma más eficaz, después cómo evaluar lo publicado y además, más tarde cómo normalizar lo publicado-visible para que sea correctamente visible, y por último cuál puede ser el papel de las bibliotecas en todo este embrollo.

La primera en intervenir fue Cristina Calvo, pediatra del Hospital La Paz y profesora de la Universidad Alfonso X el Sabio, quien se interrogó desde el propio título de su intervención (“Dónde y cómo publicar”) y fue dando respuesta a sus interrogantes, además de convincentes recomendaciones. Ante una futura publicación, todo autor debe preguntarse primero que tipo de trabajo tiene entre manos (qué tipo de estudio ha realizado y qué documento quiere difundir) y, por visibilidad1bsupuesto, cuál es la finalidad de su publicación. En la mayoría de los casos se va a decantar por un artículo en una revista científica, de ahí que sus primeras indagaciones vayan dirigidas a conocer si posee financiación o no para publicar (si la respuesta fuera afirmativa podría decidirse por revistas de acceso abierto), cuáles son las revistas con mayor prestigio (en función de su factor de impacto, por ejemplo), cuáles son las revistas de su especialidad que pudieran estar interesadas en su trabajo y cuáles de entre estas revistas ofrecen mayor rapidez en el proceso de revisar el manuscrito (para evitar que nuestro trabajo quede obsoleto nada más publicarlo). En la mayoría de las ocasiones el autor va a optar por un artículo original en formato clásico, pero también puede decidirse por presentar datos preliminares (siendo una buena elección un “brief report”) o por un trabajo corto, siendo en este caso la carta clásica o la carta científica (case report) un formato oportuno. Y la pregunta del millón, ¿debo publicar en una revista internacional o en una revista nacional? La respuesta la tiene el propio autor según sus objetivos profesionales: prestigio, curriculum, difusión en su propio entorno… En la segunda parte de su intervención Cristina explicó como estructurar un artículo y fue desgranando convenientes recomendaciones para redactar cada una de las partes del mismo, comenzando por leer detenidamente las instrucciones para las autores propias de la revista donde hemos elegido enviar nuestro trabajo. Nos habló sobre cómo escribir correctamente el resumen, la introducción o el apartado de material y métodos, sobre cómo elaborar tablas y figuras, sobre cómo redactar la discusión y las conclusiones tras presentar los datos relevantes de nuestro estudio, y finalmente recomendaciones sobre los agradecimientos y la bibliografía (más apreciada si la mitad de nuestras referencias no tienen una antigüedad superior a cinco años). Acabamos todos, por así decirlo, con ganas de ponernos a escribir al instante.

La segunda intervención corrió a cargo de Emilio Delgado López-Cózar, profesor de la Universidad de Granada y miembro del grupo bibliométrico EC3, quien comenzó tocando la fibra sensible de los asistentes al sentirse conmovido y orgulloso por estar compartiendo el mismo espacio en que décadas antes estuviera dando clases el Nobel Cajal. La primera parte de su intervención versó sobre la revolución operada en los últimos años en el mundo de la comunicación científica, al pasar de la llamada “galaxia Gutenberg” o mundo impreso a la “galaxia web o mundo online”. visibilidad2Esto ha supuesto que muchos que no tenían voz, ahora la tienen gracias a Internet y ha supuesto una eclosión de nuevos canales de comunicación (blogs, twitter, youtube…) en dos ámbitos diferenciados pero útiles ambos: las redes sociales y las redes profesionales (Linkedin o ResearchGate); y también nuevas fuentes de información, o cómo Emilio definió muy expresivamente, “nuevos barcos del conocimiento”, como Google Scholar (Google Aacdémico). La segunda parte de su presentación la dedicó a explicar, de forma didáctica y divertida, cómo difundir de forma eficaz nuestros trabajos en la red para lograr una mayor visibilidad, labor que estructuró en tres pasos: depositar el trabajo en un repositorio, construir una identidad digital de autor y difundirlo en las redes. Su primera recomendación fue no ir depositando los trabajos en cuantos repositorios conociéramos, sino elegir uno y enlazar desde los demás, consiguiendo con el menor esfuerzo estar presentes de forma simultánea en muchos lugares. Y cómo él mismo se interrogó, ¿dónde depositar mi trabajo? La respuesta, para Emilio, es sencilla, en el repositorio de mi propia institución, si existe, porque todo profesional se debe en primer lugar a la institución en que trabaja, y desde dicho repositorio asociarlo a todos los demás. Las ventajas de un depósito en un repositorio son claras: un almacenaje perpetuo, una descripción normalizada de la información introducida, una accesibilidad permanente y una muy útil visibilidad en Google. Así mismo, alertó del depósito de herramientas ajenas (por ejemplo, ResearchGate) donde si uno elimina su perfil elimina los depósitos de su trabajo, perdiéndose uno de los grandes valores de un repositorio: el depósito. Y junto a esta alarma un cable a los bibliotecarios: “podemos y debemos ayudar a nuestros usuarios en el depósito de sus trabajos en el repositorio institucional, instruyendo sobre qué depositar y cómo depositarlo». En segundo lugar aconsejó sobre la conveniencia y utilidad de crearnos un perfil de profesional en las redes. Puso como ejemplos ORCID, de gran difusión desde el momento que lo están solicitando muchas revistas internacionales y los centros de investigación a la hora de solicitar financiación para los proyectos, y Google Scholar, que además de una gran visibilidad y uso tiene la ventaja de ser un sistema que “trabaja para los autores” (y no al revés). Los perfiles, como bien señaló, sirven para difundir los trabajos de un autor y para que éste sea identificado, de tal forma que, como concluyó, ante la disyuntiva de crearse un perfil sólo hay dos respuestas: sí o sí. Por último, habló sobre las herramientas de las herramientas las definió como “escaparates de la ciencia” que van a permitir que mis trabajos sean conocidos de otra forma menos tradicional y consultados por todos aquellos que navegan por Internet, de tal modo que si queremos visibilidad debemos estar en lugares -en “barcos”- como Google Scholar, Microsoft Academic o ResearchGate. Y concluyó el docente con dos sentencias: la primera, rememorando al “presente” Cajal, que lo más relevante es “comunicar” nuestro trabajo a la sociedad, y la segunda, que todos recordáramos que lo más importante no es el medio, sino el mensaje. Muchos de los presentes, ya estuvieron tardando en subir sus trabajos a GoogleScholar y en crearse un perfil. Su “visibilidad” lo agradecerá.

En tercer lugar tomó la palabra el incisivo y polémico Isidro Aguillo, quien ya había calentado motores semanas atrás en las redes con sus intervenciones acerca de los errores bibliométricos en las memorias de las instituciones sanitarias, y que venía con el propósito de iluminar y corregir nuestras malas acciones con el título de su ponencia: “Usos y abusos de los indicadores bibliométricos”. Como los anteriores intervinientes, también Isidro llegó con sus propios interrogantes y lo primero que se preguntó y nos preguntó es ¿por qué utilizamos las citas? A lo que se respondió y nos respondió que porque el trabajo de todo investigador, de todo profesional debe ser evaluado, y sobre todo porque buena parte de la investigación se financia con fondos públicos, lo que determina que dicha investigación ha de ser evaluada de forma objetiva y transparente para competir por dicha financiación de acuerdo a las reglas del juego. El principal problema de esta evaluación, y de ahí los malos usos, es visibilidad3el frecuente recurso a la “mala bibliometría” o la “bibliometría fácil”, vicios y defectos que deben evitarse y que perjudican y lastran esa evaluación objetiva. Una de las malas prácticas más generalizadas es el empleo de herramientas evaluadoras, como el factor de impacto, que en su origen iba destinado a evaluar revistas, para evaluar y comparar otras cosas, como los CV de individuos o grupos. Además, muchos de estos recursos tienen sus propias limitaciones, sin ir más lejos el “invento de Garfield” del JCR tiene importantes sesgos de idioma, de especialidad… que muchas veces se ignoran, e incluso la utilidad de los cuartiles puede quedar en entredicho con lo que Isidro ha bautizado como el “5º cuartil”, donde habría que incluir todos aquellos trabajos que no tienen cabida en el JCR como actas de congresos, libros, memorias, capítulos…. que también son ciencia. El interviniente siguió enumerando, en una puesta en escena que habla muy en positivo de sus tablas ante audiencias expectantes de aprender algo tan enrevesado como es esto de la bibliometría, otros errores como la ausencia (hasta hace bien poco) de revistas de acceso abierto en el JCR o los problemas de difícil resolución para evaluar las publicaciones como el de la “hiperautoría” (trabajos firmados por cientos de autores) o el de las “bella durmiente” (artículos olvidados del pasado, resucitados para el presente). La solución, para Isidro, parece fácil (no tanto para los bibliotecarios, que siendo más de letras que de ciencias esto de las medias, las medianas y demás nos nubla el intelecto): simplemente utilizar las citas reales, datos que ya se conocen, por ejemplo en Web of Science o Scopus, para cada artículo, y en consecuencia, para toda una revista, o un autor, o un grupo, y por no no utilizar las citas esperadas, pues a fin de cuentas el factor de impacto no es sino un factor de medias y un factor de citas esperadas, no reales. Siguiendo con sus críticas hacia el abuso del factor de impacto en la mayoría de las evaluaciones, enunció algunos de sus principales defectos: tratarse de una ventana de citas temporal (2 años, o a lo sumo 5, con lo que no se evalúa una evolución), que se trata de una media central (y aludió entonces a la campana de Gauss, que muchos no veíamos desde la EGB o la ESO), su falsa precisión (al tratarse de medias) y su generalización (pues todas las citas tienen el mismo valor). Y, sobre todo, clamó a los cielos por el uso y abuso, por parte de quienes elaboran memorias científicas, de operaciones como la suma de factor de impactos y el promedio de factores de impacto. Polémico y explícito hasta el final, la promesa de un descanso inmediato con un café le privó a Isidro de entrar en campo abierto a discutir sobre las “malas prácticas” que vaya usted a saber de quien son culpa en primera y última instancia.

Tras un reparador café con pastas a una hora muy “British” si se tiene en cuenta la diferencia horaria, cerraron la sesión dos bibliotecarias de pro: la una, María Sobrido (ahora en tareas docentes), ha hecho mucho por la visibilidad de los profesionales de salud gallegos y la otra, Rosa Sánchez, lo sigue haciendo por los docentes de la UNED desde el Campus Norte.

María Sobrido ilustró su charla con el ejemplo del curriculum vitae del Nobel Severo Ochoa a partir del supuesto de que éste, como joven investigador, habría ido construyendo su perfil digital poco a poco y habría ido configurando con el tiempo su forma normalizada de firma. Fundamentó la necesidad de una correcta visibilidad de los trabajos de un autor en el prestigio conseguido por sus publicaciones, que se traduce en una posibilidad de una mayor financiación para dichas investigaciones y, en definitiva, en la posibilidad de continuar investigando para difundir y divulgar los resultados obtenidos. Sin embargo, dicha visibilidad no es fácil de conseguir pues las diferentes formas en que un autor puede firmar sus trabajos (nombre simple o compuesto, uno o dos apellidos) dificultan la recogida de visibilidad4toda su producción, por ello María ofreció diferentes soluciones encaminadas a paliar este problema. La primera es la normalización del formato de firma del autor que, citando un documento de la FECYT de 2007, consiste en firmar siempre de la misma forma para que de una forma sencilla cualquiera pueda recoger todo lo publicado por un determinado autor; y esa normalización pasa, por supuesto, por adaptarse a las reglas del juego (esto es, que si la cultura científica norteamericana identifica un solo apellido, para evitar confusiones los autores españoles con dos apellidos deberían convertir esos dos apellidos en un apellido compuesto uniendo ambos con un sencillo guión). La segunda solución pasa por crearse una firma digital mediante herramientas como ORCID, con la que conseguimos hacer visible nuestro curriculum y nuestras publicaciones al adoptar un código único internacional que nos identifica como autor único, al margen de las posibles firmas con las que hayamos publicado nuestros trabajos. Aún es pronto, concluyó María, para determinar si ORCID es la herramienta definitiva, pero tiene muchas papeleteas para serlo: por ejemplo, es una herramienta de una institución sin ánimo de lucro, es un identificador único y permanente (vinculado al autor y no a las diferentes instituciones en las que pueda haber trabajo a lo largo de su vida laboral), es un identificador libre y abierto (no requiere pago por inscribirse de forma individual), y a día de hoy lo están solicitando a los autores las grandes revistas, las grandes editoriales y las grandes instituciones. Sus dotes persuasivas y, apoyada en Ochoa, seguro que consiguieron que ya esa misma tarde muchos se “hicieran amigos de ORCID”, y más de uno, a buen seguro, esa misma noche revisó sus firmas y no tardó en arrepentirse de haber firmado de mil formas distintas, tomando buena nota de las recomendaciones aprendidas.

Finalizó el turno de las intervenciones Rosa Sánchez quien con un estilo directo y muy convincente vino a concluir, por si aún no nos habíamos enterado, que las bibliotecas y los profesionales que en ellas habitamos teníamos mucho que decir y mucho que hacer en esto de hacer visible la producción científica de nuestros usuarios, preguntándose si realmente nuestros usuarios saben lo que por ellos hacemos y podemos hacer en sus bibliotecas. Y pasó a enumerar, desarrollar y ejemplificar las cinco principales actividades que quedarían englobadas en el ámbito de la producción científica, su evaluación y su visibilidad. 1.- Información: visibilidad5para lo cual las bibliotecas hacen uso de las distintas herramientas propias de las redes sociales junto con las herramientas de comunicación propias de la institución donde se ubican, para llegar por todos los medios posibles a sus usuarios y mantenerles informados en todo momento; 2. Formación: necesario complemento a la información, donde el acercamiento al usuario es inmediato y eficaz, mediante cursos presenciales y cursos online; 3. Asesoramiento: donde mediante una relación directa y personalizada entre el profesional de la biblioteca y el usuario, éste puede resolver sus necesidades y dudas en cuanto al proceso de publicación en abierto, la propiedad intelectual, el impacto de las publicaciones, la visibilidad de sus trabajos en la red o dónde publicar para conseguir un mayor impacto y prestigio de sus publicaciones; 4. Participación: del personal de las bibliotecas en foros de usuarios donde informar, formar y comunicarles sobre lo que puede y hacen las bibliotecas por ellos a la hora de visibilizar o lograr visibilizar sus logros y resultados; y 5. Colaboración: con usuarios y con otras bibliotecas –como el foro de BiblioMadSalud- porque así todos aprendemos y crecemos en compañía.

Con esta dosis en vena de optimismo y un repaso a lo que hacemos en muchas bibliotecas y que no pocos usuarios desconocen, terminaba el programa oficial y aunque no hubo bises porque todo quedó tremendamente claro, sí hubo un breve turno de preguntas, donde se dio voz y vida a los asistentes, y un vino español cerraron una nueva productiva jornada en el ICOMEM. Esto fue todo, y allí estuvimos para verlo, para oírlo y para contarlo.

Comité Ejecutivo BiblioMadSalud

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El síntoma de que algo no va bien

scihub1La semana pasada llegó a la prensa de medio mundo la noticia de la resolución judicial de la demanda de 15 millones de dólares interpuesta por Elsevier contra la joven kazaja Alexandra Elbakyan , quien “harta” de los abusivos costes de los artículos científicos desarrolló Sci-Hub en 2011, plataforma que cuenta en la actualidad con más de 60 millones de documentos a texto completo.

Esta noticia ha provocado un interesante comentario en Bib-Med por parte de su coordinador, Carlos González Guitián, quien concluye: “A los profesionales nos debería obligar a realizar una reflexión. ¿Por qué el usuario final  prefiere esta plataforma?, ¿no será que además de las cada vez más empobrecidas colecciones, les resulte más sencillo su manejo que los  repositorios o descubridores que les estamos ofreciendo?… Mientras tanto seguiremos esperando que los responsables de las políticas científicas aborden el problema…, pero ¿alguien está pensando en ello?, personalmente creo que no.”

Seguro que no, como presupone el autor de esas líneas, pero además de meditar sobre las interesantes cuetiones que plantyea, no estaría de más meditar también sobre lo que realmente supone la aparición de un recursos como Sci-Hub, que no es sino el síntoma de que algo no funciona bien en el engranaje científico, lo que nos lleva a un callejón sin salida (y costosísimo) o al menos a una situación monopolizaza y no deseada, que ha pervertido los fundamentos de la difusión de la ciencia. La finalidad de la investigación científica ha sido descubrir y difundir el conocimiento generado por el trabajo y la mente de investigadores y grupos de investigación. Este conocimiento, hoy en día, parece “secuestrado” por los intermediarios, que aportan una cuidada edición de los trabajos y una asegurada divulgación impresa y electrónica, mayor en función de la calidad de la publicación. Unos agentes con unos poderosos intereses económicos, uno de cuyos objetivos es obtener unos lógicos beneficios de unas inversiones millonarias. Pero, ¿cuál debería ser el límite moral de dichos beneficios? ¿Por qué el actual precio disparatado y desorbitado de muchas revistas? ¿Por qué muchos usuarios han desistido de suscribir de forma individual revistas científicas, como han hecho durante años? ¿Será por la aparición de las bibliotecas virtuales? ¿O más bien por los altos costes de unas suscripciones personales insostenibles en un mundo en crisis? ¿Por qué no se ofrecen todas las revistas en acceso abierto pasados dos, tres o cinco años de su publicación, cuando ya se han cobrado y bien cobrado los precios de las suscripciones? ¿Por qué el mundo editorial científico no aprende del mundo de la música y del audiovisual, que ha reducido drásticamente sus precios de descargas online de canciones y películas, y sigue «ofertando» a sus usuarios descargas de artículos por unos módicos precios de 20 o 30 euros?

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Comentaba Carlos Guitián la facilidad de manejo de SciHub y por eso el entusiasmo de los usuarios frente a nuestros repositorios y recursos en las bibliotecas. Sci-Hub tiene un defecto, no permite buscar como lo permite PubMed. Para buscar información tenemos en nuestras bibliotecas variados recursos que nuestros usuarios usan a diario, y cuando han localizado una veintena de artículos nos los solicitan por los servicios de obtención de documentos. Está claro que el empobrecimiento paulatino y sin fin de nuestras colecciones va en detrimento de la obtención rápida de artículos por parte de nuestros usuarios. De ahí la migración de los hábitos de los usuarios de nuestros servicios bibliotecarios a sistemas tan rápidos como Scihub, donde con un DOI y un PMID pueden acceder en cuestión de segundos  a un artículo a texto completo.

Artículo completo que en ocasiones resulta frustrante pues el texto no responde a las expectativas generadas en su título o en su resumen. Más frustrante aún si han pagado por él 30 euros. Y acceden  a esta plataforma ilegal sin sonrojarse, pues al margen de la cultura generalizada de que todo lo que está en Internet ha de ser gratuito, en sus descargas (y en su descargo) subyace la sensación del científico estafado: ese científico que “paga” por desarrollar su proyecto de investigación, que “paga” por la edición y publicación de los artículos derivados de dicha investigación, y que “paga” finalmente (su institución) por leer lo que él mismo ha escrito. Y si lo quiere publicar en algunas revistas de acceso abierto, “paga también”.

No voy a  caer en la fácil asociación de la joven kazaja con Robin Hood, pues en una sociedad capitalista la oferta y la demanda mandan, y mandan sobre todo los monopolios. Pero la solución no es demandar por cifras astronómicas, condenar y cerrar. Se podrá cerrar Sci-Hub y vendrán otras diez scihubs nuevas en otros tantos paraísos fiscales, porque lo que no se está atajando con las demandas y los cierres es un mal endémico.

El acceso fraudulento a la información científica irá en caminos de solucionarse cuando la carrera profesional no se valore al peso, cuando haya menos embargos en los títulos de las revistas, cuando sea generalizado el acceso abierto, cuando las editoriales abandonen su actitud de capitalismo desaforado aceptando obtener menores beneficios e incluso utópicamente cuando una pequeña parte de éstos redunde en “beneficio” económico de quienes los generan – sus autores y sus instituciones-, pues no hace falta recordar (aunque muchos interesados lo olvidan) que sin investigadores no habría sino vacío, y mucha más ignorancia científica.

¡Ay!, si los creadores del Journal des Savants levantaran la cabeza….

(José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Pasito a pasito

(Este texto fue publicado previamente en el Blog de BiblioMadSalud el pasado 21 de junio)

Crónica de la Reunión de Trabajo #BMS2017 de #BiblioMadSalud

bms2-1Pese a la deconstrucción de la vida moderna hay cosas tan indisociables como el día y la noche, el mayordomo y las novelas de misterio, los indios y las películas del oeste, los ordenadores y sus virus, los médicos y sus fonendos, las bibliotecarias y sus gafas, y las jornadas de bibliotecas (con bibliotecarias con gafas o sin ellas y con bibliotecarios con mucho y con poco pelo) y el Colegio de Médicos de Madrid. Primero fueron las XV Jornadas Nacionales de Bibliotecas de salud en 2014, un año después el Encuentro Nacional del 2015 como recordatorio de aquella, en 2016 la Primera Jornada de Bibliotecas de Salud de Madrid como pistoletazo de salida BiblioMadSalud y ahora, en 2017, la Reunión de Trabajo para empezar a construir el andamiaje del grupo, un grupo heterogéneo, de una gran profesionalidad y encantado de encontrarse para aprender, discutir, enseñar y dialogar.

El 7 de junio de 2017 se celebró, en sesión matutina, dicha Reunión de Trabajo de las Bibliotecas de Ciencias de la Salud de Madrid (BiblioMadSalud) en el pequeño anfiteabms2-2tro del Colegio de Médicos madrileño con la asistencia de más de 40 compañeros/as de diferentes centros tipológicamente hablando, pero con la común característica de no distar más de 70 kilómetros de la calle Santa Isabel. Como viene siendo costumbre en estos eventos, María José Rebollo – bibliotecaria del Colegio-, tras unos intensos días de cartelería, tarjetería, mudanzas de mobiliario y busca y captura de catering cafetero, nos dio la bienvenida a la vez que resumía el sentido de la reunión y los contenidos del programa.

El primer bloque de presentaciones estuvo dedicado a la presentación del estado actual de los proyectos que surgieron de la I Jornada celebrada en noviembre de 2016. Abrió el fuego José Manuel Estrada, del Hospital Universitario 12 de Octubre, quien con “Callejeando 2 (por la región de Madrid)” nos explicó hasta dónde había llegado el grupo de trabajo (extendido desde Madrid a los municipios de Leganés, Fuenlabrada, Majadahonda y Collado-Villalba) en cuanto a búsqueda de información, localización en el mapa y redacción (creación de biografías), extrayendo unas primeras conclusiones a modo de esbozo: valoración de lo local, escasa presencia de mujeres, predominio del mundo médico (principalmente del siglo XIX) y presencia minoritaria de profesionales extranjeros. Concha Campos, del Hospital Universitario de Getafe, esbozó la “Evolución y estado actual del proyecto Recursos de Aprendizaje” centrándose, por un lado, en la organización, estructura, problemas (variedad, idoneidad, heterogeneidad, dispersión) y decisiones adoptadas y, por otro, en el análisis de los recursos seleccionados hasta el momento proponiendo, entre otras novedades, la creación de pequeños tutoriales en los ámbitos donde se han detectado carencias y generar espacios donde compartir las estrategias de búsquedas bibliográficas. Elena Primo, de la Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud, por su parte, presentó la situación y desarrollo de “Contribuyendo al OA: formando para formar”, una actividad formativa desplegada en diferentes direcciones complementarias que contempla la creación de herramientas y vídeos con el objetivo piramidal de formar, en primer lugar, a las bibliotecarias/os para que sean las que desde sus centros, y con los materiales formativos generados, puedan formar a sus propios usuarios; un grupo con mucho entusiasmo, muchas ideas formativas pero el gran obstáculo de la financiación.

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Juan Medino (BiblioBaremo), Elena Primo (Acceso Abierto) y Concha Campos (Recursos de Formación)

La segunda parte de esta sección, que vino a demostrar que la maquinaria sigue en movimiento y que profesionales de las bibliotecas no paran de idear y pensar en el futuro, se presentaron dos propuestas de nuevos proyectos. La primera, a cargo de Juan Medino, del Hospital de Universitario de Fuenlabrada, quien tras reflejar las contradicciones y aspectos más surrealistas de algunas propuestas de evaluación de curriculums profesionales en salud, con su proyecto de “BiblioBaremo” propuso el análisis, comparación y evaluación de distintos baremos y la propuesta colectiva desde BiblioMadSalud de presentar una fórmula consensuada de nuevo baremo en los aspectos de publicaciones científicas e investigación. Y la segunda, “BiblioMOOCSalud”, defendida por Rosa Sánchez de la Biblioteca de Psicología de la UNED de forma totalmente espontánea (pero no por ello no madurada previamente ni reflexionada a través de su experiencia) donde lanzó el reto de crear un NOOC (Nano Open Online Course) para la formación y puesta al día de los profesionales de bibliotecas de salud.

Tras estas cinco propuestas, que no son sino el embrión de otros muchos proyectos que en el ámbito de BiblioMadSalud van a surgir en un futuro inmediato, Blanca San José, del Hospital Universitario de Móstoles explicó la dinámica del segundo bloque, centrada en la presentación de las líneas generales de la candidatura presentada para coordinar al colectivo en los próximos dos años. Tras presentar a José Manuel Estrada, cabeza visible de esta candidatura, éste desgranó las líneas generales de la propuesta del grupo: continuidad de la línea iniciada en noviembre de 2016, visibilidad, cohesión y participación. Tras esta presentación Blanca San José dirigió el sistema de votación que, a mano alzada, confirmó por mayoría la elección de la única candidatura presentada.

Con los deberes hechos en esta primera parte, los asistentes marcharon en busca de cafés, zumos y menudencias dulces y saladas, para que en un breve receso repusieran fuerzas para encarar la interesante segunda parte donde, todos ellos, distribuidos en cuatro espacios y cuatro grupos, departieran, discutieran, conversaran y reflexionaran sobre cuatro aspectos considerados de interés para el presente y el futuro de las bibliotecas de salud: Colecciones, Infraestructuras, Recursos humanos y Servicios. En hora y media los grupos dieron mucho de sí y tras unas rápidas anotaciones y la memorización de algunas otras ideas, los portavoces de cada uno de los grupos avanzaeon las principales conclusiones, que en los próximos días quedarán vertidas en un primer borrador de Manual de Buenas Prácticas de BiblioMadSalud.

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Grupo BMS Colecciones

Por el grupo de “Colecciones” dio la cara Juan Medino, señalando la riqueza de nuestras colecciones y la necesidad de su racionalización, la importancia de visualizar dicho valor, la conveniencia de estudiar fórmulas para completar cooperativamente colecciones incompletas, la posibilidad de incorporar nuevos materiales (como monografías) a los catálogos y la oportunidad de recopilar la producción científica, y finalizó proponiendo la creación de un catálogo común para conocer los recursos electrónicos disponibles en el conjunto de bibliotecas de BiblioMadSalud.

José Carlos Redondo, de la Biblioteca Virtual de la Consejería de Sanidad, presentó las conclusiones y propuestas de “Infraestructuras”, reseñando la útil convivencia de los recursos online y presenciales pero el necesario análisis de la ubicación de los fondos impresos antiguos, la posibilidad de impulsar la asignación de presupuestos propios a cada biblioteca para que éstas puedan cubrir sus necesidades, la necesidad de mejorar la identificación y visibilidad de las bibliotecas en sus centros y en internet, la reclamación de recursos software suficientes para el funcionamiento diario de las bibliotecas, la importancia de dotar de WIFI a todas las bibliotecas y las ventajas de favorecer la existencia de recursos físicos polivalentes compartidos por las bibliotecas y otras unidades del mismo centro; y terminó su intervención defendiendo la publicación de estos puntos y los de los otros grupos en un documento borrador que nos ayude en nuestras actividades y tareas diarias.

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Maribel Domínguez-Aroca y José Carlos Redondo

Isabel Mtnez-Hervás, del Hospital Universitario Severo Ochoa, enumeró algunos de los problemas actuales relativos al personal de las bibliotecas: reseñó la inexistencia de un perfil bibliotecario con competencias en el marco de algunas instituciones (por ejemplo, los hospitales) y la importancia del márquetin y la visibilidad para que las bibliotecas mantengan su situación en sus instituciones, y desgranó algunas de las conclusiones de Recursos Humanos con el objetivo de buscar soluciones a dichos problemas, proponiendo la creación de una lista de distribución para canalizar ideas, propuestas y sugerencias, y sobre todo, redactar un perfil profesional con habilidades y competencias que pueda ser referente para todas las bibliotecas de BiblioMadSalud y pueda servir para defender la necesidad de que todas las instituciones de salud cuenten en sus bibliotecas con personal bibliotecario específico.

Por último, Maribel Domínguez-Aroca, de la Universidad de Alcalá de Henares, cerró este bloque de intervenciones desvelando un conjunto de “post-its” azules bien escalonados y organizados (producto de las reflexiones de los miembros de su grupo) y poniendo orden en tamaña tormenta de ideas para definir lo que debían entenderse por servicios básicos de una biblioteca de salud (préstamo, referencia, consulta, acceso a los recursos…), reseñar la existencia de servicios específicos de los distintos tipos de bibliotecas reunidas, la necesidad de colaborar para optimizar las actividades, y la importancia de realizar encuestas y evaluaciones entre los usuarios para mejorar nuestro trabajo y para medir con cierta objetividad si los servicios que ofrecernos a los usuarios son en verdad los servicios que ellos necesitan.

María José Rebollo, del Colegio de Médicos, lugar que ya es como nuestra segunda casa para todos los bibliotecarios de salud de Madrid, y José Manuel Estrada, recién elegido coordinador de BiblioMadSalud, clausuraron esta reunión de trabajo, comprometiéndose a volcar las informaciones más relevantes en la página web y a redactar un primer borrador de Manual de Buenas Prácticas con las primeras conclusiones de los grupos, a la vez que nos emplazaban a todos a la Segunda Jornada de BiblioMadSalud en la primavera de 2018.

Y así, con otro pasito más en esta ilusionante construcción de una red de inteligencias, personas, trabajos, actividades, ideas y propuestas, nos fuimos cada uno a luchar en nuestros respectivos centros con unas colecciones menguantes anualmente, unas infraestructuras al límite de lo adecuado, unos recursos humanos claramente insuficientes y unos servicios valorados positivamente por nuestros usuarios, que son los que nos dan vida a diario.

Comité Ejecutivo BiblioMadSalud

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Seis

sixPasaron los meses de abril, mayo y junio sin percatarme de que el reloj de pulsera se me había parado en el mes de marzo. El calendario no perdona, ni las estaciones, ni el sol y la luna en su cíclico deambular. De tal forma que finalizando esta primavera de 2017, viene a estas páginas con cierto retraso un aniversario, el de este blog, que debería haberse celebrado en tiempos de la Feria de Abril. Un blog que por H o por B lleva unas cuantas semanas hibernando, pero que ha vuelto a desperezarse.

En este año transcurrido sólo podemos felicitarnos porque no hayan cerrado más bibliotecas de salud que las esperadas, porque no hayan menguado hasta la extenuación nuestros presupuestos para suscripciones y porque nuestra ratio de profesionales por biblioteca no se aproxime a cero. Por lo demás, y a la espera de las próximas Jornadas Nacionales de Bibliotecas de Salud nos hemos ido bandeando con reuniones regionales de un extremo a otro del país y con algún que otro jubileo de carácter comercial que nos ha permitido reencontrar a compañeros y amigos. Y aunque el autor de este blog se ha mostrado un tanto perezoso este año en estas líneas y en los últimos meses se habló del lifting de la Web of Science, del estilo inglés y francés en la puntuación de las citas, de la biblioteca de Juego de Tronos, del adictivo Health Library Go, de las enésimas novedades de PubMed, de la sana irrupción de BiblioMadsalud, de la precariedad laboral y de algunos recursos con miles de imágenes.

Hubiéramos podido hablar de la falta de cohesión del sistema nacional, de la falta de visibilidad de nuestras bibliotecas, de la nefasta amortización de los bibliotecarios jubilados, del desconocimiento de los planes ministeriales  respecto al UptoDate y Primo, de lo caras que se nos ponen cada año las suscripciones, de lo tanto que valoran muchos de nuestros gestores el Google y de lo mucho que desconocen nuestro trabajo, y de las 50 sombras del Sci-Hub. Pero habiéndolo podido hacer no lo hemos hecho. Lo dicho, pereza, mucha pereza.

Pereza para escribir pero nunca jamás para reconocer, como se ha hecho en estas páginas años tras año, la labor de aquellos compañeros que, pese a la sinrazón, la ignorancia, la desidia, la dejadez y la ignorancia que sobrevuelan por nuestros alrededores, no pierden la esperanza ni la ilusión, ni las ganas por formar, guiar, aconsejar, informar y ayudar a sus (a nuestros) usuarios.

Y sin más preámbulos estos son los agraciados de este año 2017, que debieron serlo en abril y que, como no hay mal que por bien no venga, podrán celebrarlo en chancletas y con el mojito en una hamaca al borde del agua:

1.- Premio “SONRISAS Y LÁGRIMAS 2017″ a:
sonrisasMarisa Alonso Martín (Biblioteca del Complejo Hospitalario de Toledo) por haber sobrevivido al Centenario de El Greco y a los calores de la ciudad imperial, por su constante reflexión sobre el pasado, presente y futuro de las bibliotecas de ciencias de la salud, por no haber perdido la ilusión y por pelear incansablemente para situar en el mapa a su Comunidad y a sus bibliotecas.

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2.- Premio “ADIÓS MR CHIPS 2017″ a (conviene coger aire antes de leer este párrafo):
chips Mª Asunción García Martín (Biblioteca del Hospital de Cruces), Valentín Calvo Herrero (Biblioteca Fundación Jiménez Díaz), Gloria Buey Villaverde (Hospital de la Princesa), María Luisa López Avello (Hospital de Cabueñes), Mercedes Rodríguez del Castillo (Biblioteca Hospital Virgen de las Nieves), Antonio Sánchez (Biblioteca Hospital San Cecilio), Inmaculada Gómez (Biblioteca Hospital Virgen Macarena), Mª Pepa Fernández-Peyrolón (Biblioteca Hospital de la Merced), José Carlos Ruiz (Biblioteca Escuela Andaluza de Salud Pública) y José Antonio Ortega (Biblioteca Hospital Virgen de la Victoria) y Maribel Montes del Olmo -con carácter retroactivo- (Biblioteca Hospital Virgen del Rocío) por su profesionalidad y por haber luchado contra viento y marea por sus usuarios y por sus bibliotecas, aunque en algunos ocasiones algunas de sus direcciones y gerencias hayan pensado en dirección opuesta.

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3.- Premio “LA RED SOCIAL 2017″ a:
la-red-socialConcha Campos Asensio (Biblioteca Hospital de Getafe), porque sin desfallecer alimenta todos las semanas su blog BiblioGETAFE, destinado en principio a guiar a sus propios usuarios en esto del acceso a la información en salud, pero con el que nos alimentamos muchos otros compañeros, ahorrándonos la consulta de otras cientos de páginas.

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4.- Premio “EL FARO DEL FIN DEL MUNDO 2017″ a:
faroBiblioSaúde, y muy especialmente a su nueva coordinadora, Uxía Gutiérrez-Couto, y a Carmen Rodríguez Otero, responsable de RUNA, por convencernos de que hay futuro y trabajo más allá del préstamo bibliotecario y de la importancia de las bibliotecas como conservadoras de ese saber intermitente, que hoy aparece en la Red para desaparecer mañana.

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5.- Premio “EL REPORTERO 2017″ a:
reporteroCarlos González Guitián (BIB-MED), quien lleva anunciando durante meses y semanas que va ir soltando lastre y a quien debemos agradecer que desde esta lista de distribución lleve haciéndonos pensar muchos años sobre nuestra profesión y sus adyacencias y por habernos acercado esos conocimientos dispersos por esos lugares del Señor.

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6.- Premio “EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI 2017” a:
todos los profesionales de la kwaiBiblioteca Virtual del Sistema Sanitario de Cataluña, y en especial a Pilar Roqué Castellà, por dar forma, sentido y vida a un grupo de profesionales bandera como lo han sido siempre todos los bibliotecarios que han trabajado entre las tierras del Ebro y las del cabo de Creus

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7.- Premio “DOS CABALGAN JUNTOS 2017″ a:
dosBiblioMadSalud, colectivo de bibliotecarios de ciencias de la salud de Madrid que con una jornada y una reunión, están demostrando que se puede cooperar, trabajar y  reír a un mismo tiempo, rompiendo moldes y muros infranqueables, con la ventaja de estar todos a tiro de piedra.

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Gracias a todos los premiados por su trabajo y su ejemplo. Como dice la canción, no estamos solos y sabemos lo que queremos. Quedamos citados (eso espero) para abril de 2018.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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ANEXO: Premios 2012-2016

“SONRISAS Y LÁGRIMAS”:
Fanny Ribes y Mª Asunción García (2012)
Mayra García Berges y María del Carmen Marugán (2013)
Pilar Barredo Sobrino y Matilde de la Cruz Solís (2014)
Mercedes Corrales Canel (2015)
Carlos González Guitián (2016)

 “ADIÓS, MR. CHIPS”:
Ángeles Franco, Josefa Torres, Mª Luz Benedicto y Elena Esteban (2012)
Mercedes Palacios, Ana de Santiago y Wigberta Martín (2013)
Concha Muñoz Tinoco, María Luisa Maquedano y Herminia Arrazola (2016)

“LA RED SOCIAL”:
María García-Puente y Paula Traver (2012)
BibliogTecarios (2013)
Grup de Gestió de la Informació de Ciències de la Salut – GICS (2014)
Blogs Área Sanitaria Este de Málaga-La Axarquía, Digitalia y Biblioteca Médica La Paz (2015)
GT-BIB y C17 (2016)

 “EL FARO DEL FIN DEL MUNDO”:
Antonia Mª Fernández Luque y María Luisa López Avello (2012)
Sol y Eulàlia Grifol (2013)
Elena Primo (2014)
Rodrigo Gutiérrez (2015)
Natalia Arroyo (2016)

 “EL REPORTERO”:
BiblioGETAFE y BiblioHFLR (2012)
Píldoras (2013)
Virginia Jiménez Planet (2014)
Julio Alonso Arévalo (2015)
BIB-MED (2016)

 “EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI”:
Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Andalucía (BVSSPA) (2012)
Biblioteca Virtual de Ciències de la Salut de les Illes Balears (2013)
Bibliosaúde, la Biblioteca Virtual do Sistema Público de Saúde de Galicia (2014)
Biblioteca Virtual de Osakidetza (2015)
Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario de Aragón (2016)

 “DOS CABALGAN JUNTOS”:
SEDIC y su Grupo de Bibliotecas de Ciencias de la Salud (2012)
Jornadas Nacionales de Información y Documentación en Ciencias de la Salud (2013)
Impactia (2014)
Biblioteca Colegio de Médicos de Madrid (2015)
María José Rebollo y Verónica Juan (2016)

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Más imágenes, esto es arte

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Noche en el museo: El secreto del faraón (2014)

Los viajeros de todos los tiempos, curiosos por conocer lo que ocurría en los confines del mundo, trajeron noticias de seres, de cosas y de lugares exóticos, extraños y curiosos. Los más avezados nos trajeron dibujos y bocetos de aquellos lugares mágicos, y ya en el siglo XIX los modernos viajeros aportaron fotografías y películas en blanco y negro, que luego se mudaron al color, y finalmente al vídeo, que dio paso al móvil y sus pequeñas cámaras. Imágenes y más imágenes que nos permiten recordar nuestras idas y venidas y presumir ante nuestros allegados de los recónditos lugares a los que hemos llegado. Imágenes de espacios de todos los gustos, tamaños y colores, excepto de los museos, almacenes y centros de conservación del arte y de la etnología, que por preservar sus colecciones siempre han tenido a gala una estricta reproducción fotográfica de sus fondos.

De ahí que para ver las obras de arte sin salir de casa tuviéramos pocas opciones, entre ellas comprar voluminosos y lujosos libros a todo color o navegar por Internet entre salas de pinturas y esculturas, aunque muchos de ellos son reacios en digitalizar sus colecciones y prefieren largas colas de usuarios a sus puertas. En el siglo del acceso abierto algo está cambiando en el mundo del arte. No ha sido el primero, desde luego, porque antes algunos otros museos han mostrado a los cuatro vientos sus fondos digitalizados, pero es el último hasta la fecha, o mejor dicho el penúltimo, pues estamos deseando que esta moda continúe. El MET, como señaló El País el pasado 13 de febrero,  ha seguido la estela de otros museos como el MOMA, el Rijksmuseum y la Tate, y ha decidido liberar con licencias Creative Commons más de 375 mil de sus imágenes digitales, que se dice pronto.

Otro baúl más donde aprender arte fácilmente y además aprovechar su arsenal iconográfico sin la espada de Damocles del uso no permitido de imágenes con uso restringido. Ya no sólo Velázquez y su Juan de Pareja, el autorretrato de Rembrandt, el Fernando VII de Goya, el torero de Manet o los niños bañándose de Sorolla…. también nos va a permitir estar casi tocando con las yemas de los dedos un puñado de obras más cercanas temáticamente, como ese aguafuerte de un médico chino de Boucher…

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…o los estudios anatómicos de Rubens…

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…o el retrato del doctor Leclenché de Monet…

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…o la sencilla efigie del médico de Paul Klee…

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…o el grabado de Rembrandt del doctor Ephraim Bueno…

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…o ese otro grabado de Durero del médico en brazos de Morfeo, conocido como “El sueño del doctor”…

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…o el relieve de aquel médico griego anónimo en los laterales de un sarcófago…

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…o… lo mejor es seguir buscando en el buscador del propio MET, que aunque no es muy sofisticado, permite pasar un buen rato encontrando maravilla tras maravilla.

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Ahora a esperar al siguiente museo, y ojalá que sea pronto.

José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

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A modo de resumen de lo que ha sido BiblioMadSalud (año I, día I)

et_si_on_vivait_tous_ensemble-172895760-largeNunca vieron los tiempos gente tan cercana pero a la vez tan distinta y tan parecida, al margen de que unos fueran bajos y otros altas, unos morenas y otros rubios, unos de hospital y otros de universidad, aquellos de colegios y éstos de la administración central o autonómica, unos callados y otras locuaces, unos dormidos y otros despiertas, unos venidos de lejos y otros de la calle de enfrente, con sus peculiaridades, sus intereses, sus problemas personales y profesionales, sus ganas de volver a encontrarse, y sus expectativas ante lo que se avecinaba, la primera reunión de algo nuevo que un grupo de entusiastas enrolados en un Comité Organizador surgido ex novo dieron en nombrar como BiblioMadSalud.

Y como nos habían convocado a las 9 de la mañana del día martes, 29 de noviembre, en el bms2Pequeño Anfiteatro del Colegio de Médicos de Madrid, allí estábamos más de 65 profesionales de bibliotecas relacionados con las ciencias de la salud. La doctora Belén Padilla, de la Junta del ICOMEM, nos dio la bienvenida definiéndonos como “guardianes de la evidencia científica” y María José Rebollo, de la biblioteca de la casa que nos acogía para reunirnos por vez primera, resumió con claridad las premisas de la reunión: colaborar, interactuar y participar, ya que estamos tan cerca los unos de los otros. Tras dar un repaso al programa matutino y vespertino de la Jornada y trazar las líneas maestras de lo que había de ser la reunión, daba comienzo la Primera Jornada BiblioMadSalud con la conferencia inaugural de Marisa Alonso, bibliotecaria del Complejo Hospitalario de Toledo, quien vino para hacerse y para hacernos una simple pregunta: ¿Y si vivimos juntos?

En su intervención, Marisa Alonso desgranó diferentes razones por lo que es más útil y conveniente para las bibliotecas colaborar que no hacerlo, cómo la participación en grupos de trabajo redunda en beneficio de todos sus miembros, y cómo la cooperación bms3interbibliotecaria puede ayudar a mejorar los procesos, los procedimientos y los servicios de las instituciones participantes. Cooperar es una tradición entre las bibliotecas de salud (y puso como ejemplos la organización de las Jornadas Nacionales y el desarrollo de un sistema compartido entre todos para el servicio de obtención de documentos) y hoy es más que una necesidad dado el escaso personal del conjunto de nuestras bibliotecas. No obstante, colaborar –como bien quiso remarcar- no es siempre fácil por culpa de los egos, las lógicas resistencias y las barreras institucionales, pero salvados estos y otros obstáculos los beneficios pueden encontrarse en múltiples líneas de nuestro trabajo bibliotecario: formación de usuarios y profesionales, firma de licencias, evaluación de recursos de información o creación de repositorios temáticos. El éxito -vino a concluir- de la cooperación del colectivo BiblioMadSalud tiene que asentarse en garantizar la identidad del grupo, en aprovechar la riqueza de sus múltiples y variados efectivos, y en lograr una mayor visibilidad de todas sus bibliotecas, aventurando para nosotros no sólo una cooperación en conjunto sino también a múltiples bandas (universidad-hospitales, bibliotecas especializadas-públicas, bibliotecarios-usuarios).

Una vez iluminados por una “bibliotecaria de provincias”, como se definió, pero con una bms4cabeza internacional por cómo nos lo contó y lo que nos contó, cuatro miembros del Comité Organizador (José Manuel Estrada, Oliver Martín, Isabel Mtez Hervás y José Carlos Redondo) presentaron los datos más sustanciales de la Encuesta que previamente a la celebración de esta Jornada se había enviado a todas las bibliotecas de salud de Madrid con el objetivo de conocer, primero, quiénes somos (información que ha quedado recogida en un mapa a modo de directorio, el cual, resumiendo mucho, nos ha mostrado que somos muchos y diferentes) y cómo estamos en cuestiones de personal, de recursos y de servicios. Con más de 6 mil puestos de lectura (en las 54 bibliotecas que contestaron la encuesta), más de 200 profesionales, abriendo un promedio de 50 horas a la semana, con un tercio de las bibliotecas sin catálogo abierto, un 40% sin wifi y un 30% sin sistema de gestión, con casi 170 mil documentos compartidos el año pasado, con casi 4 mil horas de formación impartidas a nuestros usuarios y más de 17 mil usuarios asistentes a nuestros cursos, con más de 1 millón de monografías en papel, más de 47 mil revistas electrónicas suscritas pero escasos e-books, una ausencia generalizada en las redes sociales y escasa actividad de extensión cultural… somos un colectivo de peso, importante y con muchas posibilidades. Un colectivo heterogéneo pero con muchos intereses comunes, con muchas carencias pero con muchas riquezas, con poco personal pero con mucha actividad, como quedó demostrado a lo largo de toda la Jornada.

Agnes Ponsati, del CSIC, presentó a continuación el análisis DAFO (estudio en el que bms5también habían participado Maribel Domínguez Aroca y Blanca San José) a partir de los datos recogidos en la encuesta ya mencionada. Fue repasando sin pausa las principales debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que nos atañen en función de las respuestas de 54 bibliotecas, diseñando una imagen muy actual de la situación de un conjunto de bibliotecas dispar, pero con problemas y necesidades similares, atisbándose en su presentación las principales líneas de trabajo que deberían de ocuparnos en los próximos años para extraer todo el potencial de un grupo de bibliotecarios cercanos e interesados en aprender de los demás y colaborar los unos con los otros.

Un café daba un receso a esta primera parte de la Jornada que no había sido sino una puesta a punto y una clarificación de nuestra situación, y daba paso a los dos platos fuertes del día: una mesa redonda con ejemplos de éxito en el ámbito de la cooperación bibliotecaria y una primera reunión asamblearia para empezar a definir qué es eso de BiblioMadSalud y qué queremos ser.

Moderó la mesa redonda Elena Primo, de la Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud, quien con su habitual habilidad en las presentaciones nos dejó en pantalla unos muy completos y variados CV de los ponentes. Abrió el fuego Uxía Gutiérrez Couto, de Bibliosaúde, un ejemplo descentralizado y cooperativo, que buscó soluciones a sus problemas (los mismos de otros colectivos bibliotecarios) con el objetivo de mejorar sus servicios y actividades, lograr reconocimiento y seguridad para sus profesionales, y en parte buscar la supervivencia en tiempos difíciles. Y a fe que lo han conseguido, gracias al trabajo colectivo de sus miembros (poniendo en marcha grupos de trabajo) y gracias al apoyo decidido de su administración, mostrando un grupo homogéneo y plenamente activo, que ha conseguido unificar recursos, compartir servicios y cooperar en la formación de sus usuarios; además de crear una serie de recursos (página web, catálogo BICO, repositorio RUNA…) que han facilitado a sus usuarios el acceso a la información. En Galicia tuvieron su oportunidad, la supieron aprovechar y hoy se han hecho imprescindibles en su sistema sanitario, aunque han de seguir luchando contra la invisibilidad que a todas las bibliotecas nos amenaza.

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En segundo lugar, Gerardo Marraud, de REBIUN, nos presentó un modelo consolidado e institucionalizado, el de la Red de Bibliotecas Universitarias Españolas, que cuenta con todo el respaldo de la Universidad (es comisión sectorial de la CRUE), pero cuyo camino no ha sido un camino de rosas hasta llegar al momento actual desde sus remotos orígenes en la década de 1990, cuando rectores de 9 universidades crearon el germen de este ejemplo de cooperación bibliotecaria. Con un abrumador estilo didáctico y una sencillez difícil de igualar fue describiendo qué es REBIUN al ir desgranando respuestas para cuatro preguntas básicas: ¿qué?, ¿quién? ¿cuánto? y ¿para qué? Definió REBIUN como una metaorganización, es decir, una organización de organizaciones construida con el consenso y la buena fe de todos sus miembros, las instituciones universitarias y sus correspondientes bibliotecas; y con sarcasmo e inteligencia definió los diferentes perfiles de sus miembros: en los extremos, los entusiastas (forofos de la cooperación) y los disidentes (críticos con el sistema), y entre ellos los “integradores ceremoniales” (los que están porque tienen que estar) y “los integradores de cooperación” (partidarios de caminar juntos). Como si de un cirujano se tratase nos diseccionó las tres palabras que nos mueven a las bibliotecas a trabajar en grupo: cooperación, coordinación y colaboración, propugnando como mejores fórmulas estas dos últimas, que suponen una mayor grado de vinculación sin perder un gramo de independencia. Todo ello, como vino a concluir, con objetivos claros: aumentar los recursos, reducir las incertidumbres y mejorar la legitimidad, para lo cual apeló a la necesidad de contar con una documentalidad que avale todos los pasos y decisiones a seguir: lo que se es (documentalidad constitutiva) y lo que se hace (documentalidad performativa).

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En último lugar, Rosario Toril, de la Red de Centros de Información y Documentación Ambientales (RECIDA), que agrupa a más de un centenar de instituciones, nos habló de un modelo ciertamente informal sustentado más en un colectivo de profesionales que en un colectivo de instituciones, lo que por un lado les otorga más libertad pero por otro les resta representatividad institucional. Con objetivos similares a los de los dos ponentes anteriores (promover la colaboración, intercambiar información y compartir recursos), una organización coordinada desde su envidiable sede en Valsaín, una estructura atomizada en núcleos con funciones claras (proyectos y seminarios, comisión asesora, grupos de trabajo) y una voluntad viajera (reuniones en diferentes parques nacionales) sus problemas son los de todos y sus fortalezas se basan en la participación, colaboración e intercambios desinteresados de sus miembros, apoyándose muy activamente en la difusión de sus actividades y logros por muy diferentes vías de comunicación (jornadas, web, medios de comunicación, listas de distribución, redes sociales…). Un modelo entusiasta, como diría Marraud, que atrae precisamente por esa informalidad formal que une a sus miembros con el objetivo logrado de ser mejores gracias a la participación de todos y a contar con todos en un objetivo común.

Tras un turno breve de preguntas que sirvió para resolver algunas dudas y crear otras nuevas, Juan Medino, del Hospital Universitario de Fuenlabrada, junto con María José bms8Rebollo, del ICOMEM, en nombre del Comité Organizador presentaron una propuesta de organización para las bibliotecas de salud de Madrid con tres posibilidades diferenciadas (una vía asamblearia, una vía institucional y una tercera vía transitoria desde la primera hacia la segunda) y una estructura formada por un comité ejecutivo, una asamblea plenaria, un comité organizador y grupos de trabajo. Unos y otros fuimos expresando nuestras inquietudes, necesidades, problemas e intereses, reflejando la discusión que se abrió entre todos que el camino no es fácil, pero que la mayoría creemos en BiblioMadsalud, consideramos útil la necesidad de colaborar y trabajar en común (lo que no es fácil dado que pertenecemos a instituciones diferentes) y que entre todos deberemos articular nuestra organización y gobernanza, esto es, nuestro futuro como grupo heterogéneo y cercano, con entusiastas, disidentes e integradores.

Una vez recargados los cuerpos y las pilas con un tentempié en la Sala de Orlas, donde pudimos charlar con otros compañeros, descubrir caras nuevas y departir de asuntos varios con los proveedores dispuestos en una docena de mesas, comenzó el primer turno participativo de experiencias, moderado por Cristina Sánchez, de la Universidad Alfonso X el Sabio. Con 8 minutos por delante cada uno de los comunicadores debería actuar con precisión pues finalizado este tiempo un músico en directo daría unos acordes con guitarra que les iba a hacer imposible seguir con su alocución, consiguiendo así todos –algo imposible en muchos congresos- atenerse al tiempo reglamentario. Maribel Domínguez-Aroca desarrolló su intervención sobre la implementación curricular de la asignatura de documentación en las áreas de ciencias de la salud de la Universidad de Alcalá de Henares; Isabel Mtez Hervás -por partida doble y en Prezi- nos habló de dos proyectos desarrollados en el Hospital Universitario Severo Ochoa: libros por tabaco, para contribuir desde la biblioteca a disminuir el hábito de fumar, y el concurso anual de relatos; Rosa Sánchez, de la Biblioteca de Psicología de la UNED, explicó las funciones y actividades de la oficina del conocimiento de dicha universidad; Blanca San José, del Hospital Universitario de Móstoles, departió acerca de las habilidades docentes de los profesionales bibliotecarios a partir de la revista BMJ Case Reports; Eulàlia Grifol, del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, nos presentó una divertida fórmula para conocer el grado de aprendizaje de los alumnos en temas de búsquedas bibliográficas y bases de datos mediante un concurso interactivo al estilo de “Quién quiere ser millonario”; y las compañeras de la Biblioteca de Veterinaria de la Universidad Complutense, con coro incluido, nos trajeron una divertida manera de presentar la biblioteca y sus servicios a los usuarios, propuesta que a la postre resultó ganadora en la votación de experiencias que tuvo lugar al final de la Jornada. Aunque podría haber ganado cualquiera, porque lo que se demostró con todas ellas fue que el movimiento se demuestra andando, esto es, trabajando para hacer de nuestras bibliotecas unos lugares mejores, con mejores servicios y una mayor interrelación con nuestros usuarios.

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Después de que Oliver Martín, de la Biblioteca de Enfermería de la Universidad Complutense, nos explicara cómo se iba a desarrollar el sistema de votaciones (de logo y de bms10experiencias) y que todo aquel que quisiera ejerciera con libertad su derecho a votar, se abrió el segundo turno participativo con las propuestas de cuatro proyectos en los que animar a la cooperación y la colaboración entre bibliotecarios. Concepción Campos, del Hospital Universitario de Getafe, presentó una web para el aprendizaje, donde caben cientos de recursos que nos van a facilitar en el futuro nuestra formación para los usuarios; José Manuel Estrada, del Hospital Universitario 12 de Octubre, defendió una propuesta de difundir la historia de las ciencias de la salud a través del callejero de Madrid; Elena Primo nos llamó a participar en la difusión del acceso abierto entre nuestros usuarios a partir de un sistema de aprendizaje piramidal (formando a formadores) y Blanca San José, de SEDIC, nos animó a participar en proyectos solidarios de la mano de esta organización para salir de los muros de nuestras bibliotecas y cooperar con quienes más lo pueden necesitar.

Para culminar la Primera Jornada, Juan Medino retomó la discusión sobre la organización que quedó emplazada a esta segunda parte, para concretar lo discutido y comentado por la mañana y poder consensuar unos objetivos, llegando todos a la conclusión de organizar una nueva reunión en primavera, donde se constituya formalmente BiblioMadsalud con las candidaturas oficiales de los comités ejecutivo y organizador, y se dio el pistoletazo de salida a los proyectos presentados, que quedaban así abiertos a la posible participación de cuantos profesionales de nuestras bibliotecas lo deseen.

Con la entrega de premios al logo que desde ahora nos va a representar en “nuestra documentalidad” (para el equipo azeta6, que fue presentado por la biblioteca del Hospital 12 de Octubre) y a la experiencia ganadora, patrocinada por SEDIC y que recayó como se ha dicho en la Biblioteca de Veterinaria (coro incluido) se dio por finalizada esta iniciativa que surgió de BibioSalud 2014 y que el 29 de noviembre de 2016 comenzaba a tomar cuerpo. Los años futuros dirán.

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Comité Organizador I Jornada BiblioMadSalud

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NOTA: Esta entrada ha sido publicada previamente en el Blog de BiblioMadSalud

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La ignorancia es muy atrevida

A Paula (y a quienes le han antecedido en similares circunstancias)

los_lunes_al_sol-421028434-largeNunca me cansaré de repetir que no somos un país anglosajón, para lo bueno y para lo malo.  Para lo bueno es que podemos beber a cualquier hora sin tener en cuenta el cierre de los pubs, que no comemos sólo sándwiches con peinillo y que tenemos muchas más horas de luz. Para lo malo es que la mayoría no hablamos inglés fluido (y sin fluir) y que a buena parte de nuestros gestores le importa un carajo la cultura y las bibliotecas, tanto las públicas como las especializadas. Y así nos va.

No por inesperada la noticia de la “expulsión” (más apropiada que despido”, porque no ha habido una crítica de su gestión y porque además sus funciones han sido usurpadas por personal no-bibliotecario) de la bibliotecaria del Hospital de Castellón no debería de sorprendernos en esta situación de crisis donde todo vale para cargarse lo que más vale: una experta bibliotecaria al frente de una biblioteca especializada de un centro hospitalario (en el que se presupone que sus médicos y enfermeras leen, se actualizan, publican, defienden y presentan tesis, y defienden y presentan trabajos de grado, y se forman para atender a sus pacientes con el mayor conocimiento posible).

Algo debemos de estar haciendo mal en las bibliotecas, me preguntaba en un tuit esta misma semana, cuando los que mandan y están en la estratosfera de la gestión entienden que da lo mismo que rija los destinos de una biblioteca un profesional de la documentación que cualquier otro profesional (muchas veces el primero que pasaba por allí). No parece este el caso pues de sobra es conocida la profesionalidad de la bibliotecaria de Castellón, por lo que resulta aún más absurda la situación. Como comentaba Verónica Juan estos días, resulta más caro un incompetente que un profesional. Pero esas cuentas tampoco las hacen los de las alturas. Simplemente, sale más barato contratar un no-bibliotecario que un bibliotecario. Es la economía, idiota. Y la situación es repetitiva desde hace tiempo, como también ha señalado Carlos Guitián en la lista BIB-MED.

Todo porque, y vuelvo al principio como en una cinta de Moebius, no somos un país anglosajón y una parte de nuestra población y buena parte de nuestros gestores creen que un bibliotecario es simplemente el guardián de unos libros obsoletos que ya nadie consulta o el guardián de una sala de lectura a la que acuden los médicos, entre operación y operación, a ocupar el tiempo.

Quizás no sepan, o quizás no quieran saber estos gestores y esta parte de la población desconocedores de las funciones de un bibliotecario de hospital, que los profesionales que rigen las bibliotecas especializadas en los centros sanitarios dedican tiempo y esfuerzo a realizar búsquedas bibliográficas expertas para que los usuarios encuentren la información más relevante (porque no es lo mismo publicar un artículo con 10 referencias extraídas de Google que con las 10 mejores referencias encontradas con la ayuda de un bibliotecario), porque dedican tiempo y esfuerzo a enseñar a sus usuarios el manejo de las numerosas herramientas bibliográficas disponibles (bases de datos, repositorios, catálogos, plataformas, gestores….), porque dedican tiempo y esfuerzo a recopilar la producción científica de los profesionales de su institución y a difundir dicha producción para que se vislumbre cuánto y bien trabajan dichos profesionales,   porque dedican su tiempo y esfuerzo a gestionar unos exhaustos presupuestos con los que suscribir las cada vez más caras revistas científicas que leen y consumen sus usuarios, porque dedican tiempo y esfuerzo a enseñar qué es eso de los cuartiles y los factores de impacto, y a encontrar dichos indicadores bibliométricos para que sus usuarios cumplimenten sus CV según los criterios de ANECA, porque dedican tiempo y esfuerzo a ayudar a sus usuarios cómo redactar correctamente una bibliografía para sus tesis y trabajos de grado, y porque dedican tiempo y esfuerzo no sólo a proporcionar artículos mediante el reconocido servicio de obtención de documentos sino a muchas otras cosas que no se valoran. Quizás haya llegado el momento de tener que colgar en las puertas de las bibliotecas, como hiciera Lutero en las puertas de las iglesias, las funciones del bibliotecario de la biblioteca a la que el usuario acaba de acceder.

Lo realmente triste de esta situación es que cada x tiempo haya que recordar lo que hacemos, y bien, en las bibliotecas para defender un oficio que en los países anglosajones ya no necesita defensa. ¿Qué mejor defensa que ver las instalaciones, los recursos y el personal que trabaja en cualquier hospital norteamericano? Podremos hacer huelgas, podremos escribir entradas en un blog como éste, escribir cientos de tuits, quejarnos y vociferar, pero lo único que nos puede salvar es organizarnos, luchar agrupados por nuestros derechos y deberes y seguir trabajando como hemos hecho durante años, y comenzar a difundir y a divulgar lo que hacemos. Hacer más visibles aún nuestros cursos, nuestros repositorios y nuestros recursos. Hacernos más visibles cuando hacemos reuniones, jornadas y congresos. Y, sobre todo, demostrar que en una biblioteca se hacen muchas más cosas que el préstamo interbibliotecario, una tarea administrativa que, en el fonfo, puede hacer cualquiera. Quizás por eso, porque estamos vendiendo muchas veces que nuestra máxima dedicación y nuestra máxima preocupación es el préstamo interbibliotecario por lo que muchos ignorantes de nuestro trabajo están prescindiendo de nosotros. Al margen de que les preocupe muy poco que sus médicos y enfermeras estén bien formados en el manejo de recursos de información y que les preocupe bien poco optimizar las revistas y los recursos suscritos, que sin una bibliotecaria al frente, van a ver mermado su uso y mucho.

No somos anglosajones, ni falta que nos hace. Lo que hace falta es que los gestores entiendan que las bibliotecas, todas, públicas, universitarias y especializadas tienen una misión muy clara y necesaria en esta “sociedad del conocimiento” y que nosotros, los bibliotecarios, seamos capaces de demostrar que hacemos cosas, muchas más cosas, que fotocopiar y escanear artículos. Lo primero no está en nuestras manos bibliotecarias, lo segundo sí.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Rompiendo moldes

avanti1No es lo más importante que de nuevo PubMed muestre una sana y envidiosa juventud renovando su página principal con nuevas prestaciones, demostrando con ello que el movimiento se demuestra andando.

No es lo más importante que en un alarde de modernidad incorpore colorido (ese dispositivo electrónico emergiendo entre revistas y libros de vivos colores) a una página que ha sido tradicionalmente bicromática, con una presencia mayoritaria de azules y grises.

No es lo más importante que blogs y tuits de diferentes profesionales de las bibliotecas españolas de salud, siempre al quite de la noticia, se hayan hecho eco con puntualidad de esas novedades, informando a los usuarios de las características de estos cambios con prontitud.

No es lo más importante que se añadan nuevas y útiles funcionalidades a las ya existentes.

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Lo verdaderamente importante de la penúltima remodelación de PubMed (nunca puede decirse de PubMed que sea el último cambio) es su nueva filosofía, ya apuntada hace meses con la inclusión de PubMed Commons. Durante años PubMed nos ha acostumbrado a cambios y reformas estructurales o de imagen que afectaban sobre todo a cómo el usuario realizaba las búsquedas (transformaciones en la página de consulta de los MeSH, rediseño de los límites que antaño ocupaban una sola página y ahora aparecen situados en columna a la izquierda) o a cómo manejaba las referencias (Display, Linkout, Send to…). Es decir, los tradicionales cambios de PubMed durante décadas iban encaminados a construir una interfaz más amigable y a conseguir que el usuario, de una forma sencilla y eficaz, encontrara la información más relevante.

Pero con estos últimos cambios adopta un nuevo punto de vista, y si se quiere de filosofía, proponiendo algo a lo que no estábamos acostumbrados, la selección y la participación. Hasta ahora la selección la protagonizaba el propio usuario (con sus límites y sus estrategias de búsqueda), pero ahora es la propia base de datos, en sintonía con el estilo que presentan por ejemplo revistas y editores comerciales, con sus “Top Ten” y similares) la que toma partido y actúa, reseñando por ejemplo, los últimos artículos de las revistas más emblemáticas (Latest Literature). Y,s obre todo, la participación, porque ene sta selección de registros ya no sólo imperan los criterios de calidad de la base de datos, sino la participación de los usuarios, al mostrar, sin ir más lejos, los artículos últimamente más consultados (Trending Articles) o los comentarios más destacados de los propios profesionales sobre artículos relevantes (PubMed Commons, que adquiere su mayoría de edad independizándose de la función de Límites y cobrando un interesante protagonismo en primera línea de batalla).

Y esto no parece sino el comienzo. Tiempo al tiempo o no a muy tardar encontraremos métricas y estadísticas de uso, lectura y consulta. Seguro que si hasta ahora no lo muestran no es precisamente por falta de información. Incluso en un futuro no muy lejano, hasta nos propondrán de forma personalizada referencias en función de nuestras búsquedas, al estilo de lo que hacen las webs, tras nuestras búsquedas de vuelos de avión y hoteles para nuestras vacaciones.

Tiempo, al tiempo, y hasta la próxima vuelta de tuerca, PubMed. Los bibliotecarios (y los usuarios) lo agradecemos.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Estando tan cerca

madsalud1Llevamos años compartiendo espacio en la distancias cortas, y reencontrándonos esporádicamente en las Jornadas Nacional de Bibliotecas de Ciencias de la Salud o en eventos como los organizados por la Biblioteca Nacional o SEDIC en la capital. Quizás porque las bibliotecas de ciencias de la salud y afines que nos encontramos localizadas –o geolocalizadas-en la Comunidad de Madrid pertenecemos a administraciones distintas (nacional, regional y local) y ámbitos de trabajo también diferentes (asistencia sanitaria, docencia, administración, investigación, organización profesional…).

Un maremágnum de profesionales, estructuras y conocimientos que hasta ahora hemos solventado en la mayoría de los casos con la cooperación personal y el voluntarismo, y con el trabajo sectorial (las bibliotecas universitarias con las universitarias, las hospitalarias con las hospitalarias, las de investigación con las de investigación, etc.). Y unas escasas, mínimamente dotadas de personal y con pocas oportunidades de salir de sus cuatro paredes, con escasas posibilidades de compartir sus necesidades y sus experiencias con otros compañeros.

Por ello quiero resaltar en estas líneas la importancia, al menos para todos los bibliotecarios que trabajamos en el ámbito de las ciencias de la salud en Madrid, de la convocatoria de celebración de una Jornada de Trabajo (BiblioMadSalud) el 29 de noviembre en el Colegio de Médicos de Madrid (cuya biblioteca está experimentada en estas lides tras BiblioSalud 2014 y la Reunión de BiblioSalud 2015).

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Una reunión que debería servir para asentar las bases de una estructura de cooperación y colaboración de un conjunto numeroso, experimentado y relevante de bibliotecas que, estando tan cerca kllevan años estando lejos, y en ocasiones muy lejos, sin conocer las unas de las otras lo que hacía aquella no más allá de dos cuadras.

Una reunión que debería tener una continuidad anual y que debería servir para conocernos mejor y para compartir experiencias, dudas, problemas, necesidades y conocimientos. Para hacer partícipes a los demás de nuestros resultados y nuestros avances, pero también de nuestros obstáculos, y para aprender de los demás a encontrar soluciones, pues trabajando en colaboración y cooperando no sólo se trabaja mejor sino que también es más divertido y reconfortante.

Y una reunión que, siguiendo el camino iniciado por otras Comunidades como Galicia, Andalucía o Cataluña, contribuya a vertebrar el entramado de nuestro sistema nacional de bibliotecas de salud, cada vez más necesitado de trabajo en común en un tiempo de crisis continúa que se ha instalado casi indefinidamente entre nosotros como ese invitado que tan sólo se marcha cuando los señores de la casa han decidido irse a dormir. Y ni aún así.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Health Library Go

Cpokemonuál no sería la sorpresa de Amanda Arlington, la bibliotecaria jefe de la Medical Library of the Veterans Hospital of the American Civil War, en Monument Valley, cuando el pasado martes 28 de julio al ir a abrir, como todas las mañanas desde hace ya unos treinta años, la gran sala de lectura -con sus ventanales abiertos a las extensiones del valle- para que estudiantes, residentes y profesionales estudien, busquen, charlen, investiguen, lean y duerman…. se encontró no con cinco, como es lo habitual todas las mañanas de lunes a viernes, ni con cuarenta, como es lo normal en días de exámenes, sino con más de mil quinientos jóvenes y adultos de las más variadas edades y condiciones…

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Usuarios a las puertas de la Biblioteca del Veterans Hospital of the American Civil War, en Monument Valley

 …intentando cazar un pokemon amarillo, uno de esos bichos japoneses que hace años sus hijos no paraban de ver en esas series interminables de dibujos animados que ponían a todas horas en cualquiera de los canales que conectara y que los tenían enganchados con sus mil y una transformaciones que ella, pese a su espíritu clasificatorio y organizativo, como buena que era bibliotecaria, se sentía incapaz de relacionar y nombrar sin equivocarse una y mil veces.

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Pokemon localizado en la Medical Library of the Veterans Hospital of the American Civil War

Pasado el inicial susto, y una vez que hubo expulsado a tan abrumadora población cinegética tras convencerles de que en la hamburguesería de enfrente había no uno, sino veinte pikachus esperando ser cazados, cerró a cal y canto las puertas de la biblioteca (en contra de los principios más elementales de la profesión) no sin antes haber expulsado, con la inestimable ayuda de un láser para prestar libros, al maldito pokemon amarillo infiltrado entre las estanterías.

Como había decidido que esa mañana, para evitar otras previsibles avalanchas, no habría usuarios en la biblioteca, se puso a reflexionar, pues precisamente tal incidente le había traído a la memoria una reciente conversación con el engreído gerente de su hospital, quien desde el mismo día que accedió al cargo venía dudando de la utilidad de la biblioteca del centro ante la escasez de usuarios en las salas y ante la versatilidades de su adorado Google, por más que Amanda Arlington, con abrumadoras estadísticas en la mano, le intentara explicar cuántos artículos se habían descargado los usuarios en los últimos años, cuántas búsquedas habían solicitado, cuántos consultas se habían realizado y en cuantas revisiones ella misma había participado, muchas veces ocupando un tiempo libre que debía sustraer a sus amigos y familia.

Con cierta celeridad de reflejos, pues no hay que olvidar que Amanda Arlington fue la primera de la promoción del 78, decidió contactar con su primo Bernardin Augustus, monje nacido en Nebraska pero retirado en un monasterio franciscano de la provincia de Burgos, España, en busca de la tranquilidad y el sosiego que la forma de vida americana no le proporcionaba a su espítiru. Como resultara que dicho primo se encontraba en esos momentos en la cercana Salt Lake City participando en el XV Congreso Internacional de Informática Aplicada  a la Vida Monástica, con una ponencia sobre la influencia de la desamortización de Mendizaábal en la informatización eclesiástica, le invitó a acercarse a la biblioteca en los próximos días para presentarle un proyecto laboral de envergadura al que le sería difícil decir que no.

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Amanda Arlington con su primo Bernardin Augustus, explicándole su proyecto de “Library Go”

Amanda Arlington lo tenía muy claro aquella mañana del 28 de julio en la que vio multiplicar por mil la población de usuarios de su biblioteca, aunque fuera para cazar un pikachu de poderes sobrehumanos. Para Bernardin Augustus, la propuesta de su prima Amanda Arlington resultó todo un reto para su inteligencia informática y, recordando que en Salt Lake City había coincido con una cuñada del inventor del Pokemon Go, se infiltró en la cuenta de Linkedin de ésta y en menos tiempo que Amanda Arlington tardaba en apagar los ordenadores de la sala de lectura, Bernardin Augustus ya tenía todos los códigos fuente del programa. Para no levantar sospechas se encerró en los lavabos de la biblioteca (previamente clausurados por la bibliotecaria jefe tras anunciar que había sido descubierto un mosquito Zika en el jabón de manos) para ponerse inmediatamente manos a la obra y, tras escuchar con atención cuantas necesidades bibliotecarias le explicaba Amanda Arlington, preocupada por el incierto futuro de su centro de trabajo y de su profesión, el viernes 5 de agosto le presentaba la versión beta de  “Health Library Go”, un adictivo programa para dispositivos móviles que no sólo iba a resolver el futuro profesional de su querida prima Amanda Arlington, sino además muchas de las necesidades de información de cientos y miles de profesionales y estudiantes de ciencias de la salud.

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Presentación de la app para móvlies «Health Library Go»

Efectivamente, como ha podido comprobar quien esto escribe al descargarse en su móvil  esta novísima aplicación -“Health Library Go”- hoy mismo, antes de llegar a la biblioteca, pude cazar un Netter en la mismísma Puerta del Sol de Madrid.

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Pero no sólo yo. También Amelie Lectrice, en París, descubrió un enlace a PubMed en el Campo de Marte, sobrevolando los hierros iluminados de la Torre Eiffel…

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…Helmut Buch, junto a la Puerta de Brandemburgo y la embajada noerteamericana, encontró circulando por los aires a una “bibliotecaria de referencia”…

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… Vincent Hals cazó una búsqueda de PubMed a la entrada del Rijksmuseum mientras paseaba con su bicicleta…

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y Nelson Oleson, en los alrededores de la Ópera de Sidney, el último artículo publicado en la revista JAMA.

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Ya lo dijeron los astronautas en su momento, un gran paso para la Humanidad, pero sin duda alguna esta aplicación surgida de la privilegiada mente de un franciscano informático va a revolucionar, si no lo ha hecho ya, el acceso a la información en el mundo de las ciencias de la salud, al pemitir en cualquier lugar del mundo y a cualquier hora acceder a cualquier información relevante, como libros electrónicos, búsquedas bibliográficas, revistas científicas y bases de datos, sin necesidad siquiera de acceder a las propias bibliotecas presenciales, virtuales ni digitales. Aunque, de momento, como ya han hecho observar una ayudante bibliotecaria en Palermo y una becaria en Alaska, aún el usuario no puede elegir los recursos que necesita «cazar», de tal forma que puede uno encontrase, sin necesitarlo, con una búsqueda del IME en el desierto del Kalahari y un artículo de Lancet en un igloo inuit, pero no puede solicitar a voluntad, cuando se encuentra de vacaciones por los fiordos noruegos, que le aparezca volando una búsqueda sobre el ébola en la Web of Science o una revisión del Annals of Internal Medicine. Para ello, todo se andará, habrá que esperar a la nueva versión “Health Library Go.2”, disponible para las Navidades.

Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

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Esta sí que es la biblioteca de Alejandría (pero en Juego de Tronos)

jg13Seis temporadas, sesenta capítulos, sesenta horas de leyendas, de estratagemas bélicas y familiares, de personajes que van y vienen y desaparecen (unos para siempre y otros hasta dentro de un rato), de muertes, venganzas y miles de caminantes blancos… sesenta horas para descubrir, en “Juego de Tronos”, la que quizás sea una de las mayores bibliotecas que haya pisado y pueda pisar nunca un lector ni un bibliotecario. Es cierto que en algunos episodios hemos visto libros (pocos, bien es verdad, pues poco leen los cientos de personajes de la serie, excepto cuentos la princesa Shireen), grandes libros con sus ilustraciones y sus letras capitulares, libros donde se recogen las historias de los Siete Reinos, de sus reyes y de la manos del rey. Pero para ver libros de verdad y en cantidad… este último capítulo de la sexta temporada… un capítulo que a los bibliotecarios que hayan llegado hasta él les habrá hecho disfrutar gracias a la fructífera imaginación de la diseñadora Deborah Riley.

En este décimo episodio de la sexta temporada, “Vientos de invierno” (¡ojo!, spoilers), tenemos a Sam con Gilly y su hijo quienes, huyendo de la asfixiante vida familiar, acaban llegando ¿a la ciudad de Alejandría?

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No, a La Ciudadela, con mayúsculas. Una ciudad portuaria cuyo perfil arquitectónico preside un imponente faro ¿como el de Alejandría?

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Sam se presenta a las puertas de uno de los grandes edificios de La Ciuaddela (¿el afamado Museo de Alejandría?)…

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…ante un empleado de austero uniforme, que parece primo hermano del Guillermo de Baskerville de «El nombre de la rosa”. Quizás el guardián de los conocimientos, ¿quizás un ayudante de biblioteca? No adelantemos spoilers

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Un empleado a quien Sam entrega una carta de recomendación de Jon Nieve para formarse como “maestre” (¿en la escuela de Alejandría?).

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Como las cosas de palacio van despacio (también en la ficción televisiva), el funcionario en cuestión -o el guardián de la puerta, que diría el Kafka de “El proceso”- le invita respetuosamente a esperar. A diferencia de la vida real, donde Sam pasaría a una angosta y poco amable sala de espera con revistas del corazón, el hombre de “gafas modernas” le invita a visitar mientras tanto la biblioteca. Entusiasmado con la propuesta, Sam se adentra él solo (pues, curiosa norma, a la biblioteca no pueden entrar ni mujeres ni niños, luego no esperemos allí encontrar bibliotecaria alguna) por pasillos repletos de legajos, escalas, estantes, códices y manuscritos…

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…en lo que parece una biblioteca bien similar a otras muchas bibliotecas históricas caracterizadas por almacenar en sus estanterías todo el saber de la humanidad. Pasillos y estanterías que desembocan en la mayor sala de lectura vista en tiempos pasados y venideros ¿la biblioteca de Alejandría?

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Una espectacular sala central que quita el hipo al lector más leído, al bibliotecario más profesional, y a un futuro «maestre» como Sam…

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Un espectacular espacio central presidido por un ingenioso artilugio colgante, a base de espejos, para iluminar de forma natural tan vasto lugar, aprovechando la escasa luz que entra por los escasos y angostos vitrales.

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Un espacio central (parece que octogonal), con sus pupitres de madera de los de toda la vida en su alrededor, con sus libros abiertos y apoyados…como si hubiera lectores… aunque, tambuién cusuirosamente, no vemos ninguno (quizás sea domingo).

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Un ingenioso lugar, laberíntico y enrevesado, que bien podría recordar a Piranesi o a Escher, donde se mezclan en altura y con escasa simetría diferentes estilos, variados elementos arquitectónicos y todo tipo de materiales, distribuidos entre  escaleras en ziz-zag, puertas monumentales, escaleras de caracol, estanterías de madera, barandillas de piedra labrada, estanterías que surgen de la nada como si flotaran por los aires…

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…en un espacio barroco en las antípodas de los almacenes logísticos de Amazon e incluso de otras ficticias bibliotecas (sin ir más lejos esa nave eclesiástica tremendamente ordenada de “La guerra de las galaxias”, pero escasa también en usuarios).

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La gran ¿Biblioteca de Alejandría?… que a uno le gustaría visitar una y mil veces, contemplar y deleitarse ante su sin par belleza… pero donde, sin pensarlo dos veces, a uno no le gustaría trabajar ni como becario ni como facultativo… pues sólo de pensar que un lector podría pedirnos el libro de «La medicina en tiempos de los Targaryen», situado en lo más alto de la más alta y recóndita estantería, a donde sólo podríamos llegar con mapa y brújula (y, por supuesto, sin padecer vértigo)… a uno le entran todos los males…

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…salvo que uno sea un apasionado de los selfies en los sitios arriesgados y peligrosos de este reino y de aquellos siete.

Por lo demás, ya nos gustaría saber a los bibliotecarios de este reino (quizás lo averigüemos en la próxima y séptima temporada de «Juego de Tronos») cómo deambulan los bibliotecarios (que no parece ser bibliotecarias) por semejante biblioteca, cómo se desenvuelven los lectores y quizás algún guionista, entre muerte y desmembramiento de más personajes, nos desvele las intrincadas técnicas catalográficas y clasificatorias de tan insignes bibliotecarios.

Mientras, para amantes de misterios y especulaciones, dejamos colgando de este espacio desproporcionado una gigantesca esfera armiral…

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…que más de un fan de la serie ha descubierto… ¿dónde?

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…sí, en los genéricos de cada capítulo.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

 

 

 

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Un inglés y un francés

campusv3No pretende esta entrada ser un remedo de aquellos antiguos chistes en los que siempre aparecía un alemán, un francés, un inglés y un español y, se le diera las vueltas que le diera, el más listo siempre era este último, en una seña más de la evidente superioridad con que la naturaleza ha caracterizado a todos los habitantes al sur de los Pirineos (y que fue signo de identidad de un régimen desde 1939). Tampoco pretende emular la canción del limón, limonero que popularizaran Henry Stephen o Basilio allá por los años 70 del siglo XX. La razón es bien otra pero explicarla hay que acudir a un flashbacks literario (o cinematográfico).

Desde la instauración del grado en la universidad española, los alumnos del último curso han de elaborar y presentar un llamado trabajo fin de grado ante cuya redacción se les plantean no pocas dudas. En algunas universidades y en algunas escuelas, como en la de Enfermería de la Universidad Complutense de Madrid, se han propuesto remediar la desorientación de algunos de sus alumnos poniendo a su disposición en su Campus Virtual ciertas herramientas que les faciliten la redacción del trabajo y, por supuesto, también la correcta elaboración y escritura de las referencias bibliográficas, cuyo peso en la nota final del trabajo no es baladí.

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Un equipo multidisciplinar, en el que han participado profesionales de la enfermería y de la biblioteconomía de la propia escuela pero también de un par de hospitales de Madrid (Doce de Octubre y Ramón y Cajal), ha preparado como ayuda del alumno un Cuestionario de Autoaprendizaje y una Guía de Autoevaluación, que son el germen de ambicioso apoyo documental, que irá creciendo con más casos prácticos en los próximos cursos.

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Un Cuestionario de Autoaprendizaje en el que el alumno podrá ir resolviendo sus dudas en lo relativo a la búsqueda de información, la selección de los documentos y la elaboración de las referencias en formato Vancouver. Además, esta herramienta mediante un buzón de sugerencias permite a los alumnos enviar sus dudas concretas en busca de respuesta.

Y precisamente una duda de una alumna ha sido la causante de esta entrada en el blog. Para resolverla, primero una pregunta:  ¿Encuentra usted, estimado lector, alguna diferencia relevante entre los dos siguientes párrafos?

-Párrafo A: Lung cancer is one of the leading causes of death globally.1 (New England   Journal of Medicine. 2016;374:1864-1873)

-Párrafo B: The age-adjusted prevalence of obesity in adults in the United States is estimated to be 35 % [1]. (BMC Public Health. 2016;16:460)

¿Que uno es más largo que el otro? Eso está claro, pero buscamos algo más sutil ¿Que proceden de revistas diferentes? Sí, eso es cierto, pero no es lo que buscamos, pues esa diferencia la descubre un niño de preescolar y usted es mucho más inteligente. ¿Qué una revista requiere suscripción y otra es de acceso libre? No, frío, frío, no se trata de permisos de lectura. ¿Qué una cita está escrita en superíndice y otra entre corchetes? No, pero casi, anda cerca el problema. ¿Alguien se ha parado a observar detenidamente dónde se sitúan los números de las referencias en ambos párrafos? ¿Delante o detrás del punto final? Ahí era donde queríamos llegar. El que este blog suscribe, por defecto o por costumbre, tiende a escribir el número de la cita siempre antes del punto, cerrando así la frase, como hace el BMC Public Health, pero ocurre que el New England Journal of Medicine hace todo lo contrario. Y una alumna preguntó precisamente eso, dónde colocar el número de la cita, si antes o después de una coma, si antes o después de un punto y coma, o si antes o después de un punto final, habiendo visto ambas posibilidades. En artículos de revistas bien distintas.

Para darle una respuesta lo más acertada posible optamos por consultar igualmente diferentes revistas y analizar distintos ejemplos llegando también a la conclusión de que había, efectivamente, dos formas diferentes de incluir los números, antes o después de los signos de puntuación, y ambas publicadas en revistas de reconocido prestigio. ¿Alguien pues estaba haciendo algo mal? Ante nuestra duda decidimos acudir a los “supertacañones”, esto es, a la máxima autoridad en la materia, la RAE, a través de su formulario de consulta, accesible a todos los ciudadanos. Y esto es lo que contestó la RAE (no siga usted leyendo si no le gustan los spoilers):

En relación con su consulta le remitimos la siguiente información, extraída de la Ortografía de la lengua española (Espasa, 2010), págs. 299-300: Existen dos modelos de colocación de las llamadas indicativas de una nota final o a pie de página con respecto a los signos de puntuación, ambos igualmente correctos.

  1. En el sistema francés, la llamada de nota se sitúa inmediatamente antes del punto y del resto de los signos delimitadores principales (coma, punto y coma, y dos puntos), pero después de los puntos suspensivos.
  2. En el sistema inglés, la llamada se sitúa siempre tras el signo de puntuación, sea cual sea. Este sistema presenta la desventaja, frente al anterior, de que no permite diferenciar cuándo la nota se refiere a la palabra que precede al signo de puntuación y cuándo a un segmento mayor”

Así pues, haciendo gala de su nombre, el NEJM, pese a ser norteamericano, seguiría, a ojos de la RAE, el modelo inglés , y el BMC Public Health, aun siendo inglés, seguiría el modelo francés. Estimado lector, elija usted el modelo que prefiera siendo, como sentencia la RAE, ambos correctos pero no los mezcle, pardiez! Punto y final.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

 

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Todo empezó con el Big Bang

tirar8¡Todo empezó con el Big Bang!, como aceleradamente nos cantan los títulos de crédito de la serie. Lucha enconada y desigual, desde tiempos de ese mítico Big Bang, entre lo viejo y lo nuevo, entre avanzar o permanecer, evolucionar a toda costa, donde lo viejo casi siempre tiene las de perder ante el imparable ardor juvenil y donde cada 1 de enero un nuevo año arroja a la chimenea los restos del recién pasado. Incluso en las bibliotecas, aunque nos empeñemos en conservar lo viejo.

Quejosos y aquejados en las bibliotecas. Quejosos de la falta de modernidad, porque aunque conservemos antiguallas deseamos estar a la última, y al mismo tiempo quejosos de las novedades porque ellas nos obligan  (¿por qué?) a renovar nuestro fondo de armario y despedirnos de aquellas presentaciones que, como los apuntes amarillentos del catedrático emérito, nos han acompañado muchos años. ¿Por qué cambiar? Ya nos gustaría en  las bibliotecas poder seguir utilizando los mismos apuntes con los que aprendimos a unir operadores booleanos o a buscar por libre en PubMed. Si en las bibliotecas siempre nos ha gustado la tranquilidad, el silencio, los ritmos pausados…. ¿por qué este trajinar desde hace 14  millones de años del que se nos habla paroxísticamente en la canción inicial de Big Bang:  dinosaurios, las pirámides, Einsentein, la mitología, la astrología….?. Si miramos hacia atrás…. qué felices éramos cuando buscábamos en PubMed con esta página…

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…y a la fuerza tuvimos que acostumbrarnos a la nueva de la noche a la mañana. Qué felices también cuando buscábamos ortopédicamente en la Cochrane Library en su versión CD…

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…y tuvimos a la fuerza que aprender a buscar en la versión online… Y seguíamos felices buscando nuestros cuartiles en el Journal Citation Reports, de una forma tediosa y lenta, pausada, viendo pasar el tiempo, avanzando veinte páginas hasta llegar al factor de impacto de un año… y volvíamos atrás otras  veinte páginas para cambiar de año y buscar el factor de impacto de otra revista. ¡Qué felices éramos cuando tardábamos dos semanas y media en ayudar a evaluar su CV a un usuario? ¡Qué emoción nos embargaba al  no saber a ciencia cierta si una revista pertenecería al índice de ciencias o al de sociales! ¡Cuántas horas pasadas construyendo con nuestro powerpoint comparaciones entre revistas! ¡Cuántos gráficos confeccionados los fines de semana mostrando las evoluciones del American Journal of Cardiology! ¡Cuántas horas dejándonos los ojos entre columnas de cifras!

Hasta que un agujero negro se llevó estás páginas a otra galaxia. A primeros de mayo, la Web of Science ha mudado la piel del JCR y… el acceso, al menos para el sur de los Pirineos, debe hacerse ahora bajo la etiqueta de un nuevo miembro de la Guerra de las Galaxias: Federation of Spain by FECYT.

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Una página bastante más amigable y con innovacioens cromáticas (azules sobre verdes).  ¿Por qué? Si nos gustaba la de antes, tan cuadriculada y encorsetada, con sus amrillos y sus grises monocordes.

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Una nueva versión que nos permite ver en una misma pantalla distintas revistas (Select Journal) ¿Por qué? Con lo relajante que era ir cambiando cuarenta veces de pantalla hasta dar, uno a uno, con los factores de impacto que necesitábamos….

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Una nueva versión que nos permite filtrar las revistas por cuartiles, editor, país, rango del factor de impacto o rango del percentil. ¿Por qué? Con lo artesanal, tradicional y ejercitante que resultaba hacer estas selecciones por la cuenta de la vieja…

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Una nueva versión que muestra en una única pantalla todos los cuartiles y factores de impacto de una misma revista. ¿Por qué? Con lo emocionante que resultaba la incertidumbre de conocer si de un año a a otro el FI o el cuartil habían cambiado… o incluso si ni siquiera se le esperaba…

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Una nueva versión donde comparar gráficamente los indicadores bibliométricos de varias revistas. ¿Por qué? Si eso lo podíamos hacer en cuatro tardes con nuestros rudimentarios conocimientos de construcción de gráficos mientras oíamos música en nuestros cascos…

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¿Por qué esta evolución? Quiero ser antiguo, no me gustan los cambios, no quiero evolucionar…! PORQUE AHORA TENGO QUE TIRAR TODAS LAS PRESENTACIONES DE LA ANTERIOR VERSIÓN DEL JCR Y PREPARAR DE PRINCIPIO A FIN UNA NUEVA CLASE PARA ESTE VIERNES!!!!!!!

Bueno, como creo que no hay más remedio… a tirar las diapos y ¡a jugar!

José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista.

 

 

 

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Los útlimos cinco años (2014)

A los futbolistas les bastaría sacar una “manita” para celebrar sus cinco goles al contrario en un mismo partido. En  estas páginas nos ha costado más de noventa minutos sacar una «manita», exactamente cinco años desde que en abril de 2011, recién celebradas las Jornadas de Cádiz, abriéramos las puertas de este blog. Con unos números modestos (216 entradas y 44 mil visitas a lo largo de estos años) el ritmo de producción se ha ralentizado pues cada día le resulta más difícil, al que esto suscribe, encontrar algo de interés por lo que merezca la pena perder un día cinco minutos en su lectura.

Aún así, en este año que acabamos de cumplir, hemos hablado de la importancia de los profesionales de las bibliotecas sanitarias con ocasión del caso de Ellen Roche, de la conveniente reconversión de las bibliotecas en espacios multiusos, de PubMed (¡cómo no!), de la llegada puntual -como las golondrinas- del JCR, del tema del año (Cataluña), de serpientes de verano (caída del UpToDate), del factor de impacto, del NODO y de Halloween (sin tener nada que ver el uno con el otro), de la producción científica y de los doodles de Google. No hemos hablado del gobierno,  ni del que existió ni del que ahora no existe, pero ojalá el próximo encare de una vez por todas, por tercera o enésima vez, la construcción de un sistema coordinado y colaborativo de bibliotecas al margen de las relaciones personales, que son las que han hecho funcionar esta coordinación durante décadas. La crisis sigue sin irse y muchas bibliotecas han visto reducidos sus presupuestos y su personal, pero no su trabajo. Y la colaboración no puede seguir asentada únicamente en la buena voluntad, en la profesionalidad y en la dedicación de quienes trabajan en las bibliotecas de ciencias de la salud.

Sirvan estas páginas, como lo han sido ya desde 2012, para destacar la labor de muchos de nuestros compañeros, que nos hacen mejor y más fácil nuestra diaria labor, desde que encendemos el ordenador a primeras horas hasta que enviamos nuestra última búsqueda bibliográfica antes de marcahrnos a casa:

sonrisas1.- Premio “SONRISAS Y LÁGRIMAS 2016″ a:
Carlos González Guitián (Biblioteca del Hospital Universitario A Coruña) por haber trabajado durante muchos años por el desarrollo de un sistema de bibliotecas de salud, tanto desde la biblioteca de su Hospital como desde la coordinación de BIB-MED o desde la dirección de Bibliosaúde, luchando siempre porque no desaparezcamos del mapa.

 

chips2.- Premio “ADIÓS MR CHIPS″ 2016 a:
tres bibliotecarias que en último año han colgado los «hábitos bibliotecarios»: Concha Muñoz Tinoco (Hospital Ramón y Cajal), María Luisa Maquedano (Hospital La Paz) y Herminia Arrazola (Hospital Central de Asturias), por sus muchos horas dedicados al buen funcionamiento de sus bibliotecas hospitalarias y a la atención a sus usuarios.

redsocial3.- Premio “LA RED SOCIAL 2016″ a:
GTBIB y C-17, herramientas que no sólo nos han facilitado el trabajo en la tediosa tarea de la obtención de documentos, sino que también han permitido cohesionar a un grupo muy heterogéneo de bibliotecas, en aras de un bien común, el acceso de los profesionales sanitarios a la información.

faro4.- Premio “EL FARO DEL FIN DEL MUNDO 2016″ a:
Natalia Arroyo, por sus conocimientos sobre Apps y por acercar dichos conocimientos a unos profesionales, los bibliotecarios, ya no tan anclados al papel y a las viejas tradiciones bibliotecarias.

reportero5.- Premio “EL REPORTERO 2016″ a:
la lista BIB-MED, por sus muchos años informándonos de las novedades, formándonos, comentando la actualidad y alentando la colaboración y cooperación entre todas las bibliotecas de salud.

 

kwai6.- Premio “EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI 2016” a:
todos los profesionales de la Biblioteca Virtual de Aragón, por sus desvelos, esfuerzos y trabajo por llevar los recursos de información  a todos los profesionales sanitarios de su Comunidad.

 

dos7.- Premio “DOS CABALGAN JUNTOS 2016″ a:
María José Rebollo (Biblioteca del Colegio de Médicos de Madrid), por el éxito del Encuentro Bibliosalud2015, y a Verónica Juan (Biblioteca Virtual de Andalucía) por haber traído de nuevo a España, en concreto a Sevilla, las Jornadas Europeas de EAHIL.

Gracias a todos los premiados por su dedicación y su trabajo. Con ellos hacen mejor nuestras bibliotecas y nos hacen más fácil y mejor nuestro trabajo diario. Quedamos citados para abril del 2017.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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ANEXO: Premios 2012-2015

“SONRISAS Y LÁGRIMAS”:
Fanny Ribes y Mª Asunción García (2012)
Mayra García Berges y María del Carmen Marugán (2013)
Pilar Barredo Sobrino y Matilde de la Cruz Solís (2014)
Mercedes Corrales Canel (2015)

“ADIÓS, MR. CHIPS”:
Ángeles Franco, Josefa Torres, Mª Luz Benedicto y Elena Esteban (2012)
Mercedes Palacios, Ana de Santiago y Wigberta Martín (2013)

“LA RED SOCIAL”:
María García-Puente y Paula Traver (2012)
BibliogTecarios (2013)
Grup de Gestió de la Informació de Ciències de la Salut – GICS (2014)
Blogs Área Sanitaria Este de Málaga-La Axarquía, Digitalia y Biblioteca Médica La Paz (2015)

“EL FARO DEL FIN DEL MUNDO”:
Antonia Mª Fernández Luque y María Luisa López Avelló (2012)
Sol y Eulàlia Grifol (2013)
Elena Primo (2014)
Rodrigo Gutiérrez (2015)

“EL REPORTERO”:
BiblioGETAFE y BiblioHFLR (2012)
Píldoras (2013)
Virginia Jiménez Planet (2014)
Julio Alonso Arévalo (2015)

“EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI”:
Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Andalucía (BVSSPA) (2012)
Biblioteca Virtual de Ciències de la Salut de les Illes Balears (2013)
Bibliosaúde, la Biblioteca Virtual do Sistema Público de Saúde de Galicia (2014)
Biblioteca Virtual de Osakidetza (2015)

“DOS CABALGAN JUNTOS”:
SEDIC y su Grupo de Bibliotecas de Ciencias de la Salud (2012)
Jornadas Nacionales de Información y Documentación en Ciencias de la Salud (2013)
Impactia (2014)
Biblioteca Colegio de Médicos de Madrid (2015)

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La imaginación silenciosa

angeles3A la reiterada relación de “grandes inventos” del ingenio español, que por fas o por nefas siempre aparece encabezada por la “ilustre” fregona (seguida del chupa-chus, el autogiro, el submarino, el futbolín, la grapadora, el afilalápices o el autogiro), Google nos recuerda que debemos añadir a esos útiles ingenios el del libro electrónico, o al menos su «ilustre» ancestro: la enciclopedia mecánica o interactiva.

Con un nuevo doodle, Google ha celebrado el 28 de marzo de 2016 el 121º aniversario del nacimiento de Ángela Ruiz Robles, leonesa de fines del XIX, precursora de la «enciclopedia electrónica» a la vez que una gran desconocida para la inmensa mayoría, cuya gesta ha sido rescatada en los últimos años y cuyo ingenio puede hoy contemplarse en el Museo de Ciencia y Tecnología de A Coruña, después de haber sido exhibido durante unos años en el Museo Pedagógico de Galicia.

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Abanderada de muchas lides y entusiasta maestra, como muchas lo fueron en el primer tercio del siglo XX en una España que intentaba sacudirse su secular retraso, promotora de la alfabetización del mundo rural y de las clases más populares y desfavorecidas, explayó sus enseñanzas durante muchos años por tierras gallegas. Y cuando la enseñanza y el saber se le quedaron cortas se dedicó a la escritura, a impartir conferencias y a la invención.

A ella se debe, en 1949, un ingenio que es considerado hoy como el antecesor más antecesor que se pueda imaginar del hoy renombrado libro electrónico con su llamada entonces “enciclopedia mecánica”. Una suerte de libro con los principales saberes que debía conocer el alumno de la época. Una «enciclopedia» que cabía en un maletín para evitar, como confesaba su inventora, que los niños cargaran a sus espaldas con un buen montón de libros. Su segundo objetivo era terminar con la enseñanza memorística y contribuir a un aprendizaje más interactivo y participativo por parte del alumno.

Esta “enciclopedia interactiva” contenía, en su parte derecha, un sistema de bobinas intercambiables que permitían ir visualizando el tema de la lección del día, y en su parte de la derecha albergaba un espacio para diccionarios y vocabularios con los que ayudar a la comprensión de las lecciones. El elevado coste de producción (se estimaba su coste en unas cien mil pesetas de las de mediados del siglo XX) impidió su comercialización, aunque Ángeles Ruiz Robles nunca perdió la esperanza y durante el resto de su vida fue pagando regularmente los costes de la patente.

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Foto: Familia Ruiz Robles

Si hubiera nacido medio siglo después, Ángeles Ruiz Robles hubiera visto cumplidos sus sueños de expandir el saber y la cultura por los cuatro punto cardinales de este país y hubiera visto cómo la informatización ha sido capaz de convertir su sencillo e ingenioso armatoste en un acceso universal a la información y a la comunicación.  Puestos a buscar un patrón o una patrona para el libro electrónico, no tenemos que andar buscando muy lejos. Y aunque casi nunca coloca la Historia a nadie en su sitio, tan sólo ha habido que esperar 40 años para que Google, en nombre de todos los que hemos leído y consultado un libro electrónico, nos recuerde a quien quiso desde su esfuerzo, sabiduría, inteligencia y ansias pedagógicas cambiar una nación, comenzando por sus alumnos, a través de la tecnología y de la educación. Algo hemos avanzado: tenemos tecnología; a algunos les falta entender la necesidad y el poder revolucionario de la educación.

José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

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Curiosos aniversarios

aniv7Excepto el estrafalario Sombrero Loco de la Alicia de Lewis Carroll, todos los días de fiesta celebrando uno tras otro los no-cumpleaños (unbirthday), el resto de mortales celebramos con regularidad anual los aniversarios del nacimiento propio y de nacimientos ajenos y con regularidad matemáticamente redonda los centenarios, bicentenarios y milenarios… Pero como estos aniversarios muy largo nos lo fían, hemos optado por recordar, entre m,edias, también otras fechas emblemáticas como los 25, los 50, los 75, los 125, los 150, los 350 o los 500 años del nacimiento y la muerte de un prócer, de la aparición de un invento y del acaecimiento de un suceso más o menos extraordinario.

Eso al menos así ha ocurrido durante siglos la aparición de Google, cuyo comportamiento en cuestión de aniversarios (doodles) parece inspirado en las locas andanzas del Sombrero Loco. La semana pasada, sin ir más lejos, el miércoles 17 de febrero para ser más exactos, el navegador celebraba con todo merecimiento el 235 -curiosa cifra- aniversario del nacimiento de René Laënnec.

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¿No podría haber esperado Google 15 años más, puestos ya a esperar doscientos treinta y cinco años, para celebrar el 250 aniversario de este nacimiento? Sin rebuscar mucho en almanaques, historias, memorias y desvanes de la abuela, este mismo año 2016, como nos recuerdan en DíasMundialesDe, si de lo que se trata es de sacar las tartas y soplar las velas ,podríamos conmemorar los 30 años de la Ley General de Sanidad, los 60 del cómputo por Joe Hin Tjio y Albert Levan de los 46 cromosomas humanos, los 90 de la utilización por vez primera de la vacuna contra la tosferina, los 150 del nacimiento de Charles Nicolle, descubridor del piojo como transmisor del tifus, y -vaya por dónde- el segundo centenario del invento del estotoscopio, por el mismísimo René Laënnec, del que ahora Google celebra ni más ni menos que este curioso 135 aniversario.

No es éste de  Laënnec el único recordatorio del navegador en el ámbito de las ciencias de la salud. Como se lleva recogiendo en este blog desde 2011, Google ha conmemorado fechas tan “redondas” como los nacimientos, hace 119 años (3-12-2014), de la psiquiatra austriaca Anna Freud,

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hace 129 de Hermann Rorschach (8-11-2013),

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hace 144 (7-11-2011) de lMarie Curie,

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hace 161 (31-5-2013) del microbiólogo alemán Julius Richard Petri,

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o hace 888 (14-4-2014) del médico cordobés Averroes.

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Puestos a celebrar, le proponemos humildemente a Google, desde estas páginas, algunas propuestas de celebraciones para tener en cuenta en los próximos meses, como el 2471 aniversario del primer día de escuela de Hipócrates (15 de septiembre de 2016), el 197 aniversario de la primera partida de mus entre el doctor Arrieta y Francisco de Goya (2 de mayo de 1819), el 127 aniversario del encuentro en Berlín entre el ilustre médico Santiago Ramón y Cajal y el no menos ilustre busto de Nefertiti (15 de octubre de 1889), el 59 aniversario de la entrada por vez primera de Severo Ochoa en un McDonald’s de Nueva York para tomarse un café con su discípulo y amigo Arthur Kornberg (3 de junio de 2016), el 188 aniversario del día en que Louis Pasteur, aún niño, tuvo que trepar a un árbol cuando era perseguido por un perro rabioso, o el 128 aniversario de la caída del primer diente de leche del galeno griego Georgios Papanicolau (28 de noviembre de 2016). Y eso sólo en 2016.

Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

 

 

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Sin noticias de aquí

valor-de-ley-cartelEn 1989, un Real Decreto establecía la posibilidad de incentivar la actividad investigadora del profesorado universitario mediante evaluaciones anuales que tendrían su repercusión en sus retribuciones económicas. Para dicha evaluación el Ministerio de Educación ha establecido desde 1994 los diferentes criterios de calidad que la regulan y su aplicación queda regida mediante la constitución de comités de asesores y expertos. Este sistema persiste en líneas generelaes en la actuialidad y en 2014 la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) acordó introducir algunos cambios tras constatar la dificultad de evaluar aquella producción no recogida en repertorios internacionales (“La CNEAI asume que hallarse incluida en dichos índices es garantía para que los contenidos publicados en una determinada revista tengan suficiente calidad. Más complicado resulta determinar cuándo existe una garantía de calidad en un medio de difusión que no aparece en índices internacionales, aunque pueda figurar en bases de datos o recopilaciones bibliográficas o hemerográficas, toda vez que la mera indización o indexación de una publicación sin asignarle lugar en un ránking no es en sí misma necesariamente un indicio de calidad”). Ante estas circunstancias la CNEAI publicó mediante una resolución de 26 de noviembre de 2015 una relación de criterios específicos aprobados para las distintas áreas de investigación, desde las matemáticas a las ingenierías pasando por el derecho, las ciencias económicas, la historia o la filología.

En el ámbito de las ciencias médicas se han establecido directrices y recomendaciones en siete puntos claros y concretos. El primero se refiere a los autores, donde expresamente se dice “que el número de autores no será evaluable como tal”. Quizás para no meterse en el berenjenal de evaluar artículos de prestigio publicados en revistas de prestigio firmados por 200 y 300 autores, donde la aportación de cada uno de ellos no puede ser más que insignificante. Si bien es encomiable y debe ser evaluable y reconocible por su importancia la participación de un investigador español en un estudio multicéntrico e internacional con tantos actores, se olvida en cambio el esfuerzo que han podido realizar otros autores, en solitario, en pareja o en pequeños grupos para “colocar” sus artículos en la misma revista de prestigio que ha publicado ese macroartículo de 300 autores. Existen indicadores antiguos que se llaman de la productividad y de la colaboración que no estaría mal que se rescatarán.

El segundo punto, ¡cómo no!, dice que se “valorarán los artículos publicados en revistas de reconocida valía, aceptándose como tales los que ocupen posiciones relevantes del listado correspondiente a su categoría científica en el Journal Citation Reports (JCR) Science Edition”. Sin comentarios. Abrumados, dominados, subyugados y rodeados por la “impactitis anglosajona” no conseguimos ver más allá, o mejor dicho, ver más acá, menospreciando todo aquello que no entra en el JCR, pues aunque teóricamente pueda tener una inferior calidad, también tiene su corazoncito. No resulta fácil establecer criterios homogéneos para considerar, como ya ha detectado la CNEAI, criterios para evaluar toda la producción científica de los investigadores, pero al mismo tiempo que sólo se valora el mérito de una publicación internacional (que sin duda es mucho dicho mérito) criticamos la escasa presencia del castellano en las webs y en internet cuando estamos casi obligando al profesional a publicar sólo en publicaciones internacionales, y pese a ello no se proponen iniciativas de recambio. Repertorios, índices y bases de datos donde se recoge la producción en castellano felizmente existen unos cuantos, tan sólo falta que su existencia se cuantifique y considere en las evaluaciones del investigador, del docente y del asistencial, con menor valor si se quiere que los indicadores del JCR, pero al menos con un valor por muy insignificante que sea, que significa que se apoya, cuantifica, considera y evalúa lo que también se publica en castellano o en otras lenguas de nuestras autonomías.

El tercer punto, dedicado a libros y monografías, al menos destaca la importancia de la publicación de estos tipos de documentos, pero sus recomendaciones son tan genéricas (“Se tendrá en cuenta el prestigio internacional de la editorial, los editores, la colección en que se publica la obra y las reseñas recibidas) que resulta poco menos que imposible su evaluación porque ¿cómo se mide el prestigio internacional de una editorial? ¿por el número de premios Nobel que han publicado en ella o formen parte de sus comités? ¿Por sus tiradas de miles de ejemplares? ¿Por el número de descargas y fotocopias ilegales? ¿Por el precio de sus publicaciones? Y, ¿cómo se mide la importancia de la colección? ¿Y las reseñas? Si seguimos los criterios del JCR, siempre valdrá más una reseña en el New York Times que en El País. Sin la existencia de unos necesarios criterios objetivos que alguna vez sería interesante que se establecieran y publicaran, la evaluación de documentos como libros y monografías quedan, parece ser, al criterio subjetivo de los evaluadores. Y conviene, más temprano que tarde, que se especifique con claridad, para evitar problemas en las evaluaciones de los curriculums, qué se entiende por  un libro publicado en una editorial internacional o en una editorial nacional.  ¿Es menos internacional un libro publicado en Madrid y Buenos Aires –en ese orden- que un libro publicado en Nueva York y Barcelona -en ese orden-?

El cuarto punto afecta a las patentes, lo que es lógico dada su creciente presencia en el mundo de la investigación, y el quinto afecta a los documentos no evaluables, como casos clínicos, comunicaciones y cartas, echándose en falta que por su especificidad en el ámbito de las ciencias de la salud no empiecen a valorarse de una vez por todas documentos como las revisiones sistemáticas o las guías clínicas, que sujetas a unos criterios objetivos de evaluación, podrían competir en igualdad de condiciones con los artículos, con los libros y con las patentes. Bien es cierto que son documentos más cercanos al mundo asistencial que al del investigador, pero han surgido, como muchos artículos, de un proceso investigador modélico.

Y el sexto punto nos recuerda, de nuevo, la necesidad de publicar nuestros artículos en revistas del JCR con posibles y diferentes combinaciones, como si fuera la bonoloto o las quinielas (2 en el primer cuartil y tres en el segundo; tres en el primero, uno en el segundo y otro en el tercero; o cuatro en el primero y otro en alguno de los otros cuartiles). Es de esperar que no dentro de muchos años también pueda leerse dentro de estas recomendaciones para la evaluación investigadora que se consideraría la inclusión de un artículo en Scielo, en Dialnet, en Medes, en IBECS o en Latindex. Aunque valgan la mitad o la cuarta parte. Quizás así no tendríamos que lamentarnos, con la boca pequeña, de la escasa presencia del castellano en las redes, y de paso daríamos un impulso y un reconocimiento a cuantas herramientas en castellano, contra tiempo y marea, luchan por almacenar, reseñar, difundir y comunicar la existencia de inteligencia humana más allá de las fronteras del JCR.

(José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Al alcance de todos los españoles

nodo1…O al menos de los que tengan Internet. Con la colaboración de Filmoteca Española, institución depositaria de todos los fondos del antiguo NO-DO, y el «ente» Radio Televisión Española, la web RTVE a la Carta ha puesto a disposición de los internautas el archivo audiovisual (más de 6 mil documentos y más de 1.700 horas de audiovisuales) del famoso noticiario de época franquista, que se convirtió en una ventana (de propaganda) para el Régimen desde las pantallas de todos los cines del país.

Las posibilidades de consulta, aunque no muy sofisticadas ni avanzadas por ahora, permiten en su sencillez encontrar suficiente información. Por un lado, la barra de herramientas superior permite navegar entre grandes apartados tipológicos: Noticiarios, Documentales en blanco/negro, Documentales en color, Archivo Histórico, Imágenes del Deporte, Revista Imágenes y Archivo Real (anterior al NO-DO).

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Página principal de NO-DO en RTVE.es a la Carta

Debajo de una imagen a toda pantalla, que cambia con cierta regularidad, el usuario puede localizar (Buscador NO-DO) un determinado reportaje a partir de la fecha o del número del NO-DO, herramientas muy útiles si uno supiera el número del NODO en cuestión o la fecha exacta de lo que busca (aunque siempre puede uno intentar identificar el NO-DO que coincida con la fecha de su nacimiento o de su primera comunión). También puede buscar cualquier tema o asunto, en lenguaje libre, en Contenidos de NO-DO, echándose en falta un buscador algo más avanzado que permitiera, por ejemplo, identificar más claramente lugares, personajes o instituciones.

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Buscador DE NO-DO en RTVE.es a la Carta

A pesar de estas limitaciones técnicas, el buscador permite en Noticiarios, por ejemplo, encontrar 50 NO-DOs si preguntamos por medicina, 10 por sanidad, 60 por hospital, 15 por médicos y 8 por enfermeras, por citar términos muy elementales. Entre estos resultados, podrían señalarse el de la inauguración del entonces Hospital Primero de Octubre y hoy 12 de

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Inuaguración del Hospital Primero de Octubre (1973). Archivo NODO-RTVE

Octubre (8-10-1973), y otros sobre la lucha sanitaria (12-2-1951), los donantes de sangre en Madrid (8-2-1960), las inauguraciones del sanatorio leprológico de Trillo (27-12-1943) o la ciudad sanitaria Francisco Franco, en la actualidad Hospital Gregorio Marañón (22-7-1968), el centenario del Hospital del Niño Jesús (10-12-1979), una entrevista al Nobel Severo Ochoa (22-5-1967), un curso de médicos de empresa en la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo (12-6-1961), el tabaco y la salud (14-1-1980), la lucha antituberculosa (27-5-1946) o los primeros usos de la bomba de cobalto en España (28-1-1957). Incluso reportajes tan insólitos y estimulantes como el de un grupo de enfermeras norteamericanas visitando Egipto (7-2-1944), que debió de resultar de gran interés para el personal de enfermería español de la época.

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Enfermeras norteamericanas visitando Egipto (1944). Archivo NODO

Si cambiamos a Revista Imágenes, podemos localizar un reportaje sobre el Hospital de Sidi-Ifni (1-1-67) y la atención sanitaria en el antiguo territorio conlonial español, otro sobre el Instituto Provincial de Puericultura en Madrid, antigua inclusa de O’Donnell (1-1-1949), y un tercero sobre los laboratorios del doctor Esteve (1-1-1945). En Documentales en Blanco y Negro pueden recuperarase, en otras, imágenes sobre la inauguración del Hospital Antituberculoso de Terrassa (Hospital del Tórax) o sobre la labor sanitaria española en Guinea (1-1-1953) en su lucha contra la lepra. Y, en Documentales en Color, buceando entre los viajes de los anteriores Reyes a Ciudad Real y a Córdoba, localizar secuencias de sus visitas al entonces recién construido Hospital de la Diputación de Ciudad Real (1-1-1978) o al Hospital Reina Sofía (1-1-1976) de Córdoba.

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Hospital Reina Sofía (1976). Archivo NODO-RTVE

Y entre las joyas de la corona, un reportaje de lo más ilustrativo de 1957, para ver cuán mucho o cuán poco hemos cambiado, sobre hospitales de la Seguridad Social (1-1-1957), producido por el antiguo Instituto Nacional de Previsión, con planos, imágenes, secuencias y vistas generales de diferentes hospitales por todo el territorio español (Cádiz, Valladolid, Madrid, León…), con nombres que evocan en sus fachadas una historia pasada y felizmente pasada. Todo un reportaje a la mayor gloria de los logros sociosanitarios del régimen franquista. Pero con imágenes del pasado de nuestros hospitales que nos harán sonreír y comparar con las imágenes, esde esperar remozadas, de nuestros hospitales públicos de hoy.

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Reportaje sobre los hospitales españoles en 1957. Archivo NODO-RTVE

Una labor, la de Filmoteca y RTVE, no sólo loable por la recuperación del patrimonio audiovisual español, sino sobre todo por ponerla “al alcance de todos los españoles” de ahora y del futuro.

Por José Manuel Estrada, bibliotecario y documentalista

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Halloween

Halloween¿Seguimos quejándonos de que apenas van usuarios a nuestras bibliotecas? ¿De que nuestras salas de lectura, salvo en épocas de exámenes, están como nuestras neveras a la vuelta de vacaciones, con sus cuatro paredes al descubierto? Sólo los bibliotecarios, con nuestro culto a lo online y nuestro abandono de este mundo físico, tenemos la culpa de ello porque ¿qué estamos haciendo a diario para evitar estas lógicas deserciones? ¿Se nos ha ocurrido romper alguna vez con nuestras tareas habituales? ¿Acaso a alguien, en su biblioteca especializada, se le ha ocurrido este viernes pasado, víspera de la víspera de Halloween, recibir a sus usuarios ataviado de calabaza, fantasma o vampiro? Entonces, ¿de qué nos quejamos? 

Nosotros, en nuestros hospitales, facultades  y consejerías, no lo hemos hecho, pero sí lo han hecho otras bibliotecarias anglosajonas, que llevan esto del Halloween en la sangre (nunca mejor dicho) y hoy en día, y muy especialmente en estas fechas, sus bibliotecas están a rebosar de usuarios (The Coolest Homemade Zombie Costumes), aunque sólo se apor el morbo.

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Decorando nuestras salas, mostradores y pasillos, con dráculas, brujas, freddys krueger y monstruos de toda índole, como han hecho tiendas y almacenes por cientos de ciudades,  podríamos haber atraído a unos cuantos usuarios, poco dados a pisar físicamente la biblioteca, que al menos curiosearían aunque fuera por ver la capacidad decorativa del bibliotecario de su centro. Bien es cierto que las bibliotecas públicas (I work at a public library) , con sus secciones de literatura de ciencia ficción y de terror, parecen tenerlo más fácil y no necesitan excusas para sacar a relucir por sus instalaciones motivos variados de Halloween.

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Si lo pensamos bien, en las especializadas tampoco lo tenemos tan difícil. Nos bastaría con desplegar nuestros ejemplares del Netter, del Sobotta, del Cunningham… al igual que cualquier biblioteca pública ha ooptado, en su caso, por sacar los esqueletos del armario. 

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Y en el caso de que no contemos con esqueletos en papel, plastilina o modelados en cera, o nuestros manuales de anatomía estén prestados o en uso por estudiosos alumnos, siempre podríamos colgar de nuestras paredes los retratos de egregios y celebrados “mad doctors”, todo un ejemplo de juramento hipocrático, como Lecter, Jekyll y el creador del monstruo de Frankestein, celebrados por la literatura y el cine.

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Aunque hay bibliotecas que no necesitan recurrir ni siquiera a disfraces y atrezzo, ni a carteles de cine, ya que tan sólo les basta con reclamar la presencia de algunos de sus usuarios (o más bien espectros) hiperfrecuentadores para darle un toque terrorífico a sus instalaciones. ¿Quién no recuerda “los cazafantasmas”?

El único problema es que estos usuarios un tanto especiales, que tanto gusto le han cogido a la lectura, al final resultan contraproducentes, pues ahuyentan de las salas a todo lector viviente, y volvemos al problema inicial: ¿qué hacer con nuestras salas vacías? Como último recurso, siempre podríamos recurrir al truco o trato, y ofrecer kilos de chuches a nuestros usuarios, aun a pesar de la oposición de nuestros usuarios más saludables, contrarios al uso irresponsable de dulces y golosinas. Seguro que más de uno y de diez se dejaríann caer por la biblioteca en busca de una piruleta o dos… Evidetemente, ya es tarde para corregir errores con este el 1 de noviembre, pero no lo es para las Navidades…, así que ir encargando vuestro disfraz de Papá Noel y vuestra campana, e ir ensayando vuestras carcajadas…. Todo sea por nuestras bibliotecas.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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Lancet Swift y New England Cyrus

bieberMiley Cyrus y Justin Bieber en Twitter, Katy Perry y Taylor Swif en Instagram, Shakira y Rhianna en Facebook, y, por supuesto, CA y New England en la Web of Science… o eso creíamos. Denostadas y alabadas a partes iguales desde su aparición, las relaciones ordenadas de revistas científicas del todopoderoso factor de impacto pueden sufrir convulsiones si prosperan los cambios que la Web of Science va a introducir en el uso y consumo de las revistas.

Hasta ahora, con sus más y sus menos, nos habíamos acostumbrado al convencionalismo del número de citas y del número de artículos, intentando convencer a nuestros usuarios (véase el ejemplo de CA) de que no por mucho publicar se ascendía más en el escalafón de las revistas más citadas. Habíamos aceptado la aberración de calibrar currículums y carreras profesionales de docentes, investigadores, grupos e instituciones a partir del factor de impacto. E incluso no nos extrañaba ya cuando alguien decía que tenía un factor de impacto de 215,321. Nos habíamos familiarizado con el índice H (después de haber buscado y no encontrado los A, B, C, D, E, F y, claro está, el G) y hasta habíamos aceptado que éste medía mucho mejor que el factor de impacto la trayectoria de un abnegado y prolífico profesional. Y ahora que se está implantado el impacto de las redes sociales en la ciencia médica vamos a tener irremediablemente que comparar a Rhianna con Lancet, y a Justin Bieber con el BMJ.

Todo porque (le ha costado cierto tiempo, todo hay que decirlo) la Web of Science, aunque tímidamente, ha comenzado por incluir entre sus indicadores el uso y consumo de las revistas en las redes. Algo que ya revistas como Science y Nature, entre otras, vienen presentando de forma habitual al exhibir el famoso donuts de colores de los indicadores altmétricos. De tal forma que no será extraño ver en un tiempo no muy lejano, cuando desglosemos las revistas de una determinada disciplina, a la derecha del factor de impacto o del factor de inmediatez, otras columnas tales como twitter o facebook o youtube… con lo que podremos comparar cómo un factor de impacto de 10,354 puede equivaler a tres mil flickr o que 5 mil citas pueden corresponderse con 125 mil tuits.

¿Podrán las más excelsas revistas científicas desbancar a los reyes y a las reinas de las redes sociales? Ahí es nada. Mucha competencia la de Swift, Cyrus y Bieber, para la que sólo estarán preparadas aquellas revistas que mejor han afrontado la revolución tecnológica. Revistas éstas que son hoy en día las que ofrecen las mejores y más completas páginas webs y las que más prestaciones ofrecen en dichas páginas. La carrera por el liderato no ha hecho sino comenzar, y algunas, más liebres que tortuga, llevan ya varias cabezas de ventaja: no hay más que entrar, por ejemplo, en la página de New England y comprobar la multitud de funcionalidades que sobre las redes sociales ofrecen a sus usuarios. Así pues, con cierta seguridad, aquellas revistas que hoy exhiben como un trofeo sus más altos factores de impacto serán también las que no muy tarde exhibirán sus trofeos en las redes sociales y puedan a desbancar del Olimpo a Katy Perry y a Shakira.

Si antes tuvimos que convencer a amigos y colegas para que nos citaran en sus artículos, ahora además tendremos que avisar a familiares y allegados para que, de noche y de día, no paren de colocar “megustas”, de enviar tuits y de descargarse artículos a troche y moche para que nuestros indicadores altmétricos asomen la cabeza entre el limbo de la indiferencia. ¿Cuánto tardarán las instituciones evaluadores en incorporar los tuits, los instagram, los pinterest, los tuits y los youtubes en la evaluación de los CV? Quién sabe… pero antes que eso, sería útil y convfeniente que incluyeran otros valores de impacto más cercanos, más latinos y más hispanos, como han solicitado los editores españoles en una reciente reunión en Alicante auspiciada por Scielo.

Se admiten apuestas. ¿Quiénes serán en unos años la Rhianna y el Justin Bieber de las revistas científicas?  Por si acaso,tiembla Miley Cyrus, que llegan Lancet, New England, Nature y Science.

(Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista)

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