Health Library Go

Cpokemonuál no sería la sorpresa de Amanda Arlington, la bibliotecaria jefe de la Medical Library of the Veterans Hospital of the American Civil War, en Monument Valley, cuando el pasado martes 28 de julio al ir a abrir, como todas las mañanas desde hace ya unos treinta años, la gran sala de lectura -con sus ventanales abiertos a las extensiones del valle- para que estudiantes, residentes y profesionales estudien, busquen, charlen, investiguen, lean y duerman…. se encontró no con cinco, como es lo habitual todas las mañanas de lunes a viernes, ni con cuarenta, como es lo normal en días de exámenes, sino con más de mil quinientos jóvenes y adultos de las más variadas edades y condiciones…

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Usuarios a las puertas de la Biblioteca del Veterans Hospital of the American Civil War, en Monument Valley

 …intentando cazar un pokemon amarillo, uno de esos bichos japoneses que hace años sus hijos no paraban de ver en esas series interminables de dibujos animados que ponían a todas horas en cualquiera de los canales que conectara y que los tenían enganchados con sus mil y una transformaciones que ella, pese a su espíritu clasificatorio y organizativo, como buena que era bibliotecaria, se sentía incapaz de relacionar y nombrar sin equivocarse una y mil veces.

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Pokemon localizado en la Medical Library of the Veterans Hospital of the American Civil War

Pasado el inicial susto, y una vez que hubo expulsado a tan abrumadora población cinegética tras convencerles de que en la hamburguesería de enfrente había no uno, sino veinte pikachus esperando ser cazados, cerró a cal y canto las puertas de la biblioteca (en contra de los principios más elementales de la profesión) no sin antes haber expulsado, con la inestimable ayuda de un láser para prestar libros, al maldito pokemon amarillo infiltrado entre las estanterías.

Como había decidido que esa mañana, para evitar otras previsibles avalanchas, no habría usuarios en la biblioteca, se puso a reflexionar, pues precisamente tal incidente le había traído a la memoria una reciente conversación con el engreído gerente de su hospital, quien desde el mismo día que accedió al cargo venía dudando de la utilidad de la biblioteca del centro ante la escasez de usuarios en las salas y ante la versatilidades de su adorado Google, por más que Amanda Arlington, con abrumadoras estadísticas en la mano, le intentara explicar cuántos artículos se habían descargado los usuarios en los últimos años, cuántas búsquedas habían solicitado, cuántos consultas se habían realizado y en cuantas revisiones ella misma había participado, muchas veces ocupando un tiempo libre que debía sustraer a sus amigos y familia.

Con cierta celeridad de reflejos, pues no hay que olvidar que Amanda Arlington fue la primera de la promoción del 78, decidió contactar con su primo Bernardin Augustus, monje nacido en Nebraska pero retirado en un monasterio franciscano de la provincia de Burgos, España, en busca de la tranquilidad y el sosiego que la forma de vida americana no le proporcionaba a su espítiru. Como resultara que dicho primo se encontraba en esos momentos en la cercana Salt Lake City participando en el XV Congreso Internacional de Informática Aplicada  a la Vida Monástica, con una ponencia sobre la influencia de la desamortización de Mendizaábal en la informatización eclesiástica, le invitó a acercarse a la biblioteca en los próximos días para presentarle un proyecto laboral de envergadura al que le sería difícil decir que no.

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Amanda Arlington con su primo Bernardin Augustus, explicándole su proyecto de “Library Go”

Amanda Arlington lo tenía muy claro aquella mañana del 28 de julio en la que vio multiplicar por mil la población de usuarios de su biblioteca, aunque fuera para cazar un pikachu de poderes sobrehumanos. Para Bernardin Augustus, la propuesta de su prima Amanda Arlington resultó todo un reto para su inteligencia informática y, recordando que en Salt Lake City había coincido con una cuñada del inventor del Pokemon Go, se infiltró en la cuenta de Linkedin de ésta y en menos tiempo que Amanda Arlington tardaba en apagar los ordenadores de la sala de lectura, Bernardin Augustus ya tenía todos los códigos fuente del programa. Para no levantar sospechas se encerró en los lavabos de la biblioteca (previamente clausurados por la bibliotecaria jefe tras anunciar que había sido descubierto un mosquito Zika en el jabón de manos) para ponerse inmediatamente manos a la obra y, tras escuchar con atención cuantas necesidades bibliotecarias le explicaba Amanda Arlington, preocupada por el incierto futuro de su centro de trabajo y de su profesión, el viernes 5 de agosto le presentaba la versión beta de  “Health Library Go”, un adictivo programa para dispositivos móviles que no sólo iba a resolver el futuro profesional de su querida prima Amanda Arlington, sino además muchas de las necesidades de información de cientos y miles de profesionales y estudiantes de ciencias de la salud.

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Presentación de la app para móvlies «Health Library Go»

Efectivamente, como ha podido comprobar quien esto escribe al descargarse en su móvil  esta novísima aplicación -“Health Library Go”- hoy mismo, antes de llegar a la biblioteca, pude cazar un Netter en la mismísma Puerta del Sol de Madrid.

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Pero no sólo yo. También Amelie Lectrice, en París, descubrió un enlace a PubMed en el Campo de Marte, sobrevolando los hierros iluminados de la Torre Eiffel…

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…Helmut Buch, junto a la Puerta de Brandemburgo y la embajada noerteamericana, encontró circulando por los aires a una “bibliotecaria de referencia”…

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… Vincent Hals cazó una búsqueda de PubMed a la entrada del Rijksmuseum mientras paseaba con su bicicleta…

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y Nelson Oleson, en los alrededores de la Ópera de Sidney, el último artículo publicado en la revista JAMA.

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Ya lo dijeron los astronautas en su momento, un gran paso para la Humanidad, pero sin duda alguna esta aplicación surgida de la privilegiada mente de un franciscano informático va a revolucionar, si no lo ha hecho ya, el acceso a la información en el mundo de las ciencias de la salud, al pemitir en cualquier lugar del mundo y a cualquier hora acceder a cualquier información relevante, como libros electrónicos, búsquedas bibliográficas, revistas científicas y bases de datos, sin necesidad siquiera de acceder a las propias bibliotecas presenciales, virtuales ni digitales. Aunque, de momento, como ya han hecho observar una ayudante bibliotecaria en Palermo y una becaria en Alaska, aún el usuario no puede elegir los recursos que necesita «cazar», de tal forma que puede uno encontrase, sin necesitarlo, con una búsqueda del IME en el desierto del Kalahari y un artículo de Lancet en un igloo inuit, pero no puede solicitar a voluntad, cuando se encuentra de vacaciones por los fiordos noruegos, que le aparezca volando una búsqueda sobre el ébola en la Web of Science o una revisión del Annals of Internal Medicine. Para ello, todo se andará, habrá que esperar a la nueva versión “Health Library Go.2”, disponible para las Navidades.

Por José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

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2 respuestas a Health Library Go

  1. Marisa Alonso dijo:

    Esperar a la nueva versión “Health Library Go.2” o ser un «anticuaó» y hablar con Amanda Arlington, pese a lo que opine su gerente 😉
    ¡Genial, como siempre!

  2. M Asun Garcia dijo:

    Estoy ansiosa por probar la versión 2. Cuantas novedades para Navidades!!

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