La imaginación silenciosa

angeles3A la reiterada relación de “grandes inventos” del ingenio español, que por fas o por nefas siempre aparece encabezada por la “ilustre” fregona (seguida del chupa-chus, el autogiro, el submarino, el futbolín, la grapadora, el afilalápices o el autogiro), Google nos recuerda que debemos añadir a esos útiles ingenios el del libro electrónico, o al menos su «ilustre» ancestro: la enciclopedia mecánica o interactiva.

Con un nuevo doodle, Google ha celebrado el 28 de marzo de 2016 el 121º aniversario del nacimiento de Ángela Ruiz Robles, leonesa de fines del XIX, precursora de la «enciclopedia electrónica» a la vez que una gran desconocida para la inmensa mayoría, cuya gesta ha sido rescatada en los últimos años y cuyo ingenio puede hoy contemplarse en el Museo de Ciencia y Tecnología de A Coruña, después de haber sido exhibido durante unos años en el Museo Pedagógico de Galicia.

angeles1

Abanderada de muchas lides y entusiasta maestra, como muchas lo fueron en el primer tercio del siglo XX en una España que intentaba sacudirse su secular retraso, promotora de la alfabetización del mundo rural y de las clases más populares y desfavorecidas, explayó sus enseñanzas durante muchos años por tierras gallegas. Y cuando la enseñanza y el saber se le quedaron cortas se dedicó a la escritura, a impartir conferencias y a la invención.

A ella se debe, en 1949, un ingenio que es considerado hoy como el antecesor más antecesor que se pueda imaginar del hoy renombrado libro electrónico con su llamada entonces “enciclopedia mecánica”. Una suerte de libro con los principales saberes que debía conocer el alumno de la época. Una «enciclopedia» que cabía en un maletín para evitar, como confesaba su inventora, que los niños cargaran a sus espaldas con un buen montón de libros. Su segundo objetivo era terminar con la enseñanza memorística y contribuir a un aprendizaje más interactivo y participativo por parte del alumno.

Esta “enciclopedia interactiva” contenía, en su parte derecha, un sistema de bobinas intercambiables que permitían ir visualizando el tema de la lección del día, y en su parte de la derecha albergaba un espacio para diccionarios y vocabularios con los que ayudar a la comprensión de las lecciones. El elevado coste de producción (se estimaba su coste en unas cien mil pesetas de las de mediados del siglo XX) impidió su comercialización, aunque Ángeles Ruiz Robles nunca perdió la esperanza y durante el resto de su vida fue pagando regularmente los costes de la patente.

angeles2

Foto: Familia Ruiz Robles

Si hubiera nacido medio siglo después, Ángeles Ruiz Robles hubiera visto cumplidos sus sueños de expandir el saber y la cultura por los cuatro punto cardinales de este país y hubiera visto cómo la informatización ha sido capaz de convertir su sencillo e ingenioso armatoste en un acceso universal a la información y a la comunicación.  Puestos a buscar un patrón o una patrona para el libro electrónico, no tenemos que andar buscando muy lejos. Y aunque casi nunca coloca la Historia a nadie en su sitio, tan sólo ha habido que esperar 40 años para que Google, en nombre de todos los que hemos leído y consultado un libro electrónico, nos recuerde a quien quiso desde su esfuerzo, sabiduría, inteligencia y ansias pedagógicas cambiar una nación, comenzando por sus alumnos, a través de la tecnología y de la educación. Algo hemos avanzado: tenemos tecnología; a algunos les falta entender la necesidad y el poder revolucionario de la educación.

José Manuel Estrada. Bibliotecario y documentalista

Esta entrada fue publicada en Recursos de información y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario